Lola de Valencia de Manet
Este lienzo pintado al óleo por Edouard Manet fue realizado a caballo de los años 1861 y 1862. Y hoy en día se conserva y se expone en las salas del museo de Orsay de París.
Manet, un pintor francés de gran renombre, era conocido por su pasión por la cultura española, que se refleja claramente en su obra. Antes de embarcarse en su prolífica carrera como pintor, Manet, en sus treinta años, decidió viajar por Europa para empaparse de su rica historia y cultura artística. Visitó museos en Inglaterra, en Munich, Holanda, Florencia, Bélgica o Austria. Y por supuesto viajó hasta España, donde conoció, entre otros, el museo del Prado en Madrid, donde quedó fascinado por el arte barroco de Diego Velázquez, y especialmente quedó prendado por la soltura y el carácter prerromántico que irradiaban las obras de Francisco de Goya, cuya huella se descubre en obras suyas como El Balcón o su Olimpia.
Esta influencia de la cultura española y su admiración por los maestros españoles se refleja en su obra Lola de Valencia. La pintura retrata a una mujer española vestida con ropa tradicional y folklórica, una representación que captura la esencia de la cultura española que Manet tanto admiraba.
En cuanto a su estilo de este momento. Todavía se trata de una obra un tanto claroscurista, en la que se ve su preocupación por la luz y por las gradaciones tanto de los tonos claros (que van de los blancos a los rosas), como de los oscuros, que en realidad plasma pintando oscuros sobre oscuros. Y a ello, le añade alguna nota de color aparte, independiente, muy potente y de enorme soltura.
La obra inmediatamente remite a algunas telas de Goya, sobre todo por la colocación de los pies de la mujer. Pero también por la postura de los brazos, la basquiña, la mano sosteniendo el abanico, la mantilla o el tul, donde se ve su maestría pictórica a lo hora de plasmar las transparencias de la tela. No obstante, hay historiadores del arte que también ven otras influencias de pintores españoles como Eugenio Lucas o Francisco Pradilla, éste último había expuesto gran parte de su obra en París en el año 1854. Y de ellos, tal vez, podría haber tomado la iluminación de la obra.
La protagonista de la pintura, Lola de Valencia, era una figura real, la primera bailarina del ballet español dirigido por el célebre Mariano Camprubí. Su vestimenta, más propia de un espectáculo que de la vida cotidiana, refleja su profesión. Manet, a lo largo de su carrera, pintó varias veces personajes y escenas típicamente españolas, siempre con una clara referencia a las pinturas de Goya, no sólo en la forma, sino también en cuanto al tema. Una de estas obras es Torero muerto, que muestra a un torero muerto tras ser alcanzado por un toro. Curiosamente, el título en francés es L»Homme mort, que se traduciría como El hombre muerto.
Además de su fascinación por la cultura española, Manet también era conocido por su habilidad para capturar la personalidad y el carácter de sus sujetos. En «Lola de Valencia», Manet logra transmitir la gracia y la pasión de Lola, capturando su espíritu en cada pincelada. Su habilidad para retratar a sus sujetos de una manera tan vívida y realista es parte de lo que hace que su trabajo sea tan apreciado y reconocido en todo el mundo.
Manet también era conocido por su uso innovador de la luz y el color, y «Lola de Valencia» no es una excepción. A través de su uso de la luz y el color, Manet logra dar vida a Lola, creando una sensación de movimiento y vitalidad que es verdaderamente cautivadora. Su uso de tonos oscuros y claros, así como su habilidad para capturar la transparencia de la tela, demuestran su maestría como pintor y su habilidad para capturar la belleza y la complejidad de la vida cotidiana.
«Lola de Valencia» es un ejemplo perfecto de la habilidad de Manet para fusionar su amor por la cultura española con su talento como pintor. A través de su retrato de Lola, Manet logra capturar la esencia de la cultura española, al mismo tiempo que demuestra su habilidad para retratar a sus sujetos de una manera realista y emotiva. Es una obra que sigue fascinando a los espectadores hasta el día de hoy, y es un testimonio del talento y la pasión de Manet por su arte.