Retrato de Lola Montez
El pintor alemán Joseph Karl Stieler (1781 – 1858) fue uno de los mejores retratistas de la primera mitad del siglo XIX en Centroeuropa. De hecho para él posaron personajes como el emperador Francisco I y sobre todo hizo una de las efigies más famosas del compositor Ludwig van Beethoven. Y unos años más tarde pasó a convertirse en el pintor de cámara de una de las cortes más poderosas de Alemania, la de Baviera.
Allí iba a recibir un encargo muy curioso por parte de Luis I. Realizar decenas de retratos para la Galería de la Belleza que aquel monarca quería tener en su residencia de verano: el Palacio de Nymphenburg, a las afueras de Múnich.
En total, esa galería la componen 36 retratos que hizo entre 1827 y 1850. Allí están pintadas auténticas bellezas de la época, siguiendo evidentemente los criterios del monarca. Y sin atender a las clases sociales. De hecho hay muchas nobles y aristócratas, pero también aparecen otras mujeres que eran plebeyas. Sin duda, todas ellas fueron mujeres hermosas, y además algunas tenían otro mérito incontestable para aparecer en aquella galería, y es que fueron amantes del rey.
Pero entre todas esas mujeres, hay una que destacó: Lola Montez, cuyo retrato hizo Stieler hacia el 1847. Entonces aquella mujer tenía un tremendo poder en la corte bávara. Su relación con Luis I no solo le permitía mantener un nivel de vida altísimo, sino que además pretendía inmiscuirse en los asuntos de gobierno y no dudaba en tratar con desprecio a muchos personajes importantes, abusando así de la protección del rey.
No obstante, entre Lola Montez y Luis I había muchos años de distancia. Él ya tenía 60 años, mientras que ella era una veinteañera, y por supuesto tenía otros amantes más jóvenes al mismo tiempo. Sin embargo, el rey estaba completamente enamorado de aquella mujer que fingía ser una bailarina española, cuando en realidad era una muchacha de origen irlandés, que para entonces ya había recorrido medio mundo desde su infancia en la India, hasta sus años de educación en Gran Bretaña o su periplo por ciudades como París donde había tenido amantes tan célebres como el músico Franz Listz o el escritor Alexandre Dumas.
En definitiva, que aquella relación estaba abocada a un mal final. De hecho, la falsa bailarina tensó tanto la cuerda, tratando de participar en el gobierno, recibiendo un condado, intentando convertirse en reina y enriqueciéndose, que provocó una sublevación por parte del pueblo. Fue la Revolución de 1848 que provocó la abdicación de Luis I de Baviera, motivo por el cual Lola Montez tuvo que salir huyendo, y desde luego fue el fin para aquella relación. Aunque a este personaje todavía le quedaban muchas aventuras por vivir, tanto en Europa como en Estados Unidos, donde emigró con los años y donde falleció como una indigente en Nueva York.