Retrato Isabel II, Madrazo
El estilo romántico con el que el pintor Federico de Madrazo ejecutaba sus lienzos y sobre todos sus retratos fue uno de los factores que le llevaron a consolidarse como uno de los pintores más destacados de la pintura del XIX español. Es precisamente ese estilo elegante y refinado el que le valió la confianza de la reina Isabel II de la cual llegó a realizar un buen número de lienzos.
Federico de Madrazo y Kunt (1815 – 1894) proviene de una familia de artista, de hecho su padre fue el ilustre pintor José de Madrazo y su abuelo por parte de madre también fue un reconocido artista polaco. Formado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando el artista logró una codiciada que le permitió trasladarse a Roma donde pudo conocer el arte clásico y renacentista de los grandes maestros. Además el artista también viajó a Paris donde se vio fuertemente influenciado por el dibujo y la factura delicada de Ingres. A su regreso a España cosechó innumerables éxitos pero sin lugar a dudas lo más destacado fue su posición como pintor de Cámara durante el reinado de Isabel II. Con ello el artista se aseguraba no sólo la realización de las obras más destacadas sino también una destacada posición en el panorama artístico del momento.
La obra que aquí nos ocupa es un retrato de la reina de cuerpo entero con formato vertical y realizado en óleo sobre lienzo. El retrato fue pintado en torno al año 1848 cuando los rumores de ruptura acerca del matrimonio de la monarca con su primo Francisco de Asís se hacían cada vez más fuertes. La pareja había contraído matrimonio tan solo dos años antes y desde el momento de su enlace los rumores de su relación eran una constante, quizás en un intento de acallar dichos rumores se plantease la realización de este lienzo que hacía pareja con otro del monarca consorte.
Madrazo ha sabido idealizar las facciones de la reina sin perder por ello el naturalismo y realismo de la figura. La reina aparece ataviada con un exquisito vestido blanquecino con adornos de encaje dorado, lazos e incluso perlas. Sobre el pecho un pequeño ramillete de flores adorna aún más el ya de por sí exquisito conjunto en el que Madrazo ha puesto toda la delicadeza y minuciosidad de su arte. La reina porta los símbolos reales como una manera de recalcar su autoridad, así podemos observar cómo mientras con una mano sostiene el cetro real, su corona descansa sobre un mullido almohadón situado en una mesa cercana. Su rostro redondo aparece enmarcado por su pelo recogido según la moda de la época y la tiara de diamantes que la corona.
El fondo es el mismo que el artista utilizó para otras representaciones de la reina, un espacio cerrado en el palacio, de ambiente clasicista con esculturas de cariátides, mármoles jaspeados que adornan las paredes etc. En la actualidad el retrato de Isabel II forma parte de la colección del Museo del Prado de Madrid.