La Dama de Auxerre
Esta escultura de apenas unos 65 cm. de altura y tallada en piedra caliza se estima que fue esculpida en la segunda mitad del siglo VII antes de Cristo o quizás con posterioridad. Esa datación se ha hecho teniendo en cuenta sus características morfológicas, lo cual la situaría en el estilo artístico que se ha venido en llamar escultura griega de estilo arcaico primitivo.
El caso es que se desconoce por completo el origen de esta obra, que fue hallada casi por casualidad por un empleado del museo del Louvre de París que a principios del siglo XX, concretamente en 1907, se encontraba haciendo labores de inventario y catalogación en el museo de la ciudad francesa de Auxerre, y tras el hallazgo de la obra y su estudio la escultura se trasladó de forma definitiva y hasta hoy al gran museo parisino para formar parte de un enorme colección de arte antiguo.
El arte griego de estilo arcaico primitivo tiene muchos puntos en común con el arte egipcio, basta ver el hieratismo que transmite esta escultura, que incluso irradia ciertos aires de monumentalidad pese a su reducido tamaño.
La mujer se nos presenta cubierta desde los hombros por una capa. Y llama poderosamente la atención la desproporcionada mano derecha que sitúa sobre el pecho. También es interesante comprobar cómo se marcan claramente las formas femeninas en la figura, sobre todo por el talle de su cintura, con un cinturón que marca la horizontalidad. Y de ahí hasta abajo, la escultura parece un pilar vertical, dado la forma de la falda que desciende hasta los pies, cuyos dedos quedan a la vista. Además esa falda está decorada con finas incisiones en la piedra que representan motivos geométricos.
Toda esa parte inferior está dominada por las líneas rectas, siempre horizontales y verticales, mientras que la parte superior aparece con un diseño mucho más curvo, tanto por los arcos que forma la capa, como por el peinado en recias trenzas o por el claro volumen que representa los senos de la mujer.
No obstante, pese a esa feminidad que le otorga el presentarnos bien a las claras las formas de la mujer bajo un peplo (túnica) muy ceñida y tirante, la obra trasmite un claro influjo de la plástica de origen egipcio. Por ejemplo, esa influencia se manifiesta en la frontalidad de la escultura, que únicamente posee un punto de vista: el frontal, y de hecho da la impresión de tratarse de una escultura-relieve.
La obra se ha catalogado como Dama de Auxerre dado su peculiar origen. Pero se ignora cómo llegó a tierras francesas y también se desconoce a quién representa. Lo que sí parece claro es que la mujer representada estaría vinculada con algún templo o algún personaje de la religión griega, porque era habitual que las sacerdotisas y las mujeres que participaban en cortejos o ceremonias religiosas se ataviaban con una peluca de carácter ritual similar a la que aquí se nos presenta. Una peluca que en este caso enmarca el rostro de la mujer donde atraen la mirada los enormes ojos almendrados finamente delineados por el artista, un rasgo muy habitual de todas las esculturas de este periodo artístico griego.