Escultura arcaica (VII- VI a.C.)
Los orígenes de la escultura griega se remontan a la época arcaica. Por influencia de las civilizaciones antiguas del Oriente Próximo, comenzó Grecia a tallar grandes figuras de varones hechas en mármol, que recuerdan mucho a las egipcias, las cuales constituyen su punto de partida.
Corresponden a este período numerosas esculturas votivas de atletas (Kuros) y doncellas vestidas (Koré), hechas con una serie de convencionalismos: frontalidad, rigidez, simetría, ojos almendrados, cabello geométrico, sonrisa estereotipada (llamada sonrisa arcaica).
Los Kuroi totalmente desnudos, con los brazos pegados al cuerpo y las plantas de las extremidades inferiores adheridas a tierra, solían ser estatuas de atletas, triunfadores en los juegos. Representaban a personajes reales, aunque es inútil buscar en ellos rasgos personales de un sujeto, ya que se realizaban según convencionalismos fijos.
Las Korai se ven envueltas en una larga y ceñida túnica (chitón), sobre la cual hay un manto (himation) o un corto chal (peplos), piezas que formaban pliegues más o menos geométricos, dispuestos en paralelo, zigzag o en tipo abanico.
Ahora bien, a lo largo de esta época, las estatuas griegas experimentaron evidentes progresos y evolucionaron de un fuerte esquematismo primitivo (Dama de Auxerre, Hera de Samos, Moscóforo, Kuros Volomandra) a formas menos rígidas, más naturales: separación de los brazos del cuerpo, cabello corto con menos geometrización (Jinete Rampin, Koré Eutidiko, Koré de la Acrópolis, Kuros Aristodikos). En esto se diferencia la escultura griega de la egipcia, que fue prácticamente igual a lo largo de su milenaria historia. Aun así, los Kuroi y las Korai de la época arcaica seguirán presentando un aspecto rígido que sólo se superará en el siguiente período, el estilo severo o período preclásico.