Kuros de Anavyssos
Esta escultura emblemática del periodo arcaico del arte de la Antigua Grecia fue realizada en el siglo VI antes de Cristo y en la actualidad forma parte de la vasta colección del Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
La figura nos presenta a un hombre desnudo y la escala de la obra es prácticamente humana, ya que alcanza una altura de 1,95 m. Sirve de ejemplo para comprobar como desde sus inicios el arte griego se basó en el género humano, en la representación del hombre y la mujer, sobre todo en su fase de mayor apogeo y la plenitud: la juventud.
Durante el periodo del arte arcaico griego las representaciones del hombre se denominaron kuros y las de las mujeres koré. Los ejemplos que nos han llegado de este tipo de esculturas son cuantiosas, y como muestra se pueden citar el Kuros de Sunion y la Koré del peplo. La gran diferencia entre unas y otras figuras, es que mientras las masculinas suelen aparecer completamente desnudas, en el caso de las féminas lo habitual es que se encuentren vestidas.
Pero en ambos casos, se nos muestran hombres y mujeres bellos, esbeltos y jóvenes. Y concretamente para los kuros se elige como modelo el ideal más atlético de la época, y la postura y características generales de estas estatuas suelen repetirse.
Son hombres erguidos, que aparecen como caminando, con una pierna ligeramente adelantada y con una clara vista frontal. Aunque es cierto que se trabajan por todos sus lados, y excepcionalmente labrada está la parte posterior de la figura como se puede ver en la imagen. Pero es mucho más destacada la parte frontal, de hecho es como una herencia de las esculturas griegas más antiguas, que eran mucho más esquemáticas y menos naturalistas que los kuros, que que tenían una postura rígida y frontal, en la que la cabeza se alinea con el eje vertical del cuerpo y los brazos caen simétricos, y de algún modo unidos al cuerpo a la altura de los muslos. Un esquema compositivo claramente derivado de las estatuas egipcias de los siglos anteriores, como se puede comprobar si comparamos el Kuros de Anavyssos con la representación del faraón Amenofis III, con la salvedad de que en el caso egipcio no se nos muestra completamente desnudo.
El hecho de que los hombres aparezcan desnudos de una forma absoluta, se debe a que los antiguos griegos consideraban que esa desnudez era un atributo tanto de los dioses como de los héroes. Y estos kuros son héroes, ya que sus cuerpos representan la perfección atlética. Su objetivo no era representar a un hombre sino al Hombre. Y aunque los escultores usaban modelos reales para acometer sus trabajos, lograban eliminar los rasgos más individuales para crear un prototipo. No buscaban tallar un retrato, sino que querían crear imágenes para colocarse en lugares sagrados, destinadas a evocar a algún dios o que sirvieran como ofrenda para el homenaje a algún soldado que heroicamente cayó en combate.