Dedicación de Nicandra a Artemisa
Estamos ante la primera escultura realizada en mármol del arte griego (al menos que haya llegado hasta nuestros días). Y a juzgar por la tosca labra de sus formas es muy posible que realmente fuera una de las primeras veces que se trabajara ese material, que alcanzaría posteriormente las cimas de la escultura clásica.
Pero aquí todavía estamos en el periodo arcaico del arte de la Antigua Grecia. Concretamente se supone que esta gran escultura (alcanza los 180 centímetros de altura) se realizó a aproximadamente en la segunda mitad del siglo VII antes de Cristo.
En la actualidad, la obra se salvaguarda en el Museo Nacional de Atenas, pero fue hallada en el venerado Santuario de Delos, donde se honraba a los dioses gemelos Apolo y Artemisa. De hecho, la figura se concibió como un enorme exvoto dedicado a la diosa Artemisa. De ahí su denominación, aunque la obra también se conoce como Koré de Nicandre, es decir, una obra típica del arte arcaico griego donde las figuras humanas se dividen en esculturas llamadas korés para las mujeres y kouroi para los hombres.
En realidad, sabemos que se trata de una figura dedicada a Artemisa por Nicandre de Naxos gracias a una inscripción en verso que todavía se puede leer en su falda. Esta inscripción, un detalle único y fascinante, nos brinda una visión más profunda de la relación entre el arte y la religión en la antigua Grecia, y de cómo los artistas de la época veían su trabajo como una forma de devoción y ofrenda a los dioses.
Volviendo al trabajo escultórico propiamente dicho. Es evidente la tosquedad de la labra, que se realizó de un único bloque de forma un tanto triangular y con poco fondo. Sin embargo, esta tosquedad no debe interpretarse como una falta de habilidad por parte del escultor. Más bien, es una característica del estilo arcaico, que se caracteriza por su simplicidad y su énfasis en la geometría y la simetría.
Ya hemos dicho que es un obra de una fase primigenia del periodo del arte griego clásico, y sin embargo hay detalles dignos de interés como por ejemplo en lo poco que se puede ver del rostro (en general toda ella está bastante deteriorada). En esa cara se distingue una nariz larga y recta que aparece formando claramente una T con el flequillo, que está muy próximo a las cejas.
De hecho, ese flequillo y todo el bloque rectangular del cabello, que no es nada naturalista, sirve para enmarcar y encuadrar por completo una cara de forma bastante triangular, una idea que se refuerza con la barbilla tan puntiaguda que posee la mujer.
Además es interesante ver el intento por modelar, suavizar, redondear y curvar cualquiera de las líneas rectas y de los ángulos de la figura. Es una nota de un acercamiento hacia el naturalismo, un concepto imposible a estas alturas de la Historia del Arte, ya que el predominio de la geometría es innegable.
Si bien ese no es único rasgo de tosquedad. Por ejemplo, la figura anatómicamente hablando se resuelve de forma muy fácil, con un vestido que cubre y estiliza prácticamente todo el cuerpo, dividiéndolo en dos, tronco y piernas, como ocurre en otras koré del periodo, tal es el caso de la Dama de Auxerre.
Además de su importancia histórica y artística, la Dedicación de Nicandre a Artemisa también nos ofrece una valiosa visión de la sociedad y la cultura de la antigua Grecia. A través de su forma y su iconografía, podemos aprender mucho sobre las creencias, los valores y las prácticas de la época. Por ejemplo, la figura de la mujer, aunque estilizada y idealizada, refleja las normas de belleza y feminidad de la sociedad griega. Asimismo, la dedicación de la obra a Artemisa, la diosa de la caza y la virginidad, nos habla de la importancia de la religión y la devoción en la vida cotidiana.
En definitiva, la Dedicación de Nicandre a Artemisa es una obra de arte fascinante y compleja que merece ser apreciada tanto por su belleza como por su valor histórico y cultural.