El Moscóforo
Esta escultura de mármol se encuentra expuesta en el magnífico y nuevo museo de la Acrópolis de Atenas. Esta figura, que para muchos historiadores representa la cima del estilo arcaico del arte griego, tiene una datación que oscilaría entre el año 570 y el 520 antes de nuestra Era.
De alguna forma, el Moscóforo inaugura un género que será muy habitual en el arte griego, y se trata de las esculturas de grupo y con presencia de animales.
Por las inscripciones halladas se sabe que se trataba de una escultura votiva dedicada por un tal Rhombos del que no disponemos ningún dato más.
El personaje recuerda a otras esculturas de décadas y siglos anteriores conocidas como Kouros, con la diferencia que aquí a la figura del hombre se le suma la talla de un ternero sobre los hombros, cuyas patas son sujetadas por las manos del hombre.
Además, a diferencia de otras esculturas más antiguas del arte griego, aquí el hombre lleva barba y un manto, ya que anteriormente los hombres se mostraban en la escultura totalmente desnudos, como se puede ver en el Kouros de Sunión. Si bien, es cierto que aquí ese manto no cubre la parte delantera del cuerpo y está completamente adherido al cuerpo y tan solo marcado por un pequeño dobladillo y los pliegues que cuelgan bajo los codos.
Un gran avance para el arte griego es que en esta representación, tanto el hombre como el ternero están perfectamente integrados entre sí. E incluso transmite cierto encanto por la mirada que nos lanza el animal y el gesto alegre del hombre. Y hay que tener en cuenta, que analizando las cuencas de los ojos, se puede deducir que se hicieron con una herramienta de escultura llamada trépano, una especie de taladro manual, y que en origen estos huecos se hicieron para acoger algún tipo de incrustación en piedras de otro material y color, lo cual le otorgaría todavía más expresión a la figura.
Hoy en día nos han llegado las escultura del arte arcaico griego completamente descoloridas y sin los adornos que pudieron tener originalmente, sin embargo se sabe que se concebían para ser ornadas con elementos añadidos y sobre todo para ser pintadas. Por ello se especula con que el Moscóforo tendría los ojos, la barca y las trenzas del cabello pintadas, así como posiblemente también estaría pintados el manto, pues carece de volumen alguno, e incluso podría aparecer con pintura el ternero que porta sobre los hombros.
Es decir, hay que imaginarse estas esculturas con una apariencia bien distinta a la crudeza de la piedra, ya que recibían colorido, y se trataba de unos colores bastante vivos y brillantes, en absoluto naturalistas, porque no se trataba tanto de parecerse a la realidad como de dar viveza a las representaciones.
En definitiva, el Moscóforo es un eslabón más en la evolución del arte griego, y además es un precedente para muchas representaciones escultóricas romanas de temática semejante, algo que incluso llega a tiempos del Cristianismo, donde la figura del Buen Pastor, que en muchas ocasiones se presenta de una forma muy semejante a esta añeja escultura griega.