La máscara de Agamenón
La conocida como Máscara de Agamenón es una de las máscaras funerarias más famosas de la historia del arte, pese a su nombre la máscara en realidad nunca llegó a pertenecer al rey micénico pero así lo pensaba el arqueólogo que la descubrió, Heinrich Schliemann. Schliemann fue una conocido arqueólogo prusiano cuyas excavaciones demostraron la veracidad de los acontecimientos narrados en la Iliada de Homero, así este excéntrico millonario encontró los yacimientos Troya, Tirinto, Orcómeno y Micenas.
Fue precisamente en éste último donde el arqueólogo pensó haber encontrado la máscara mortuoria que representaba a monarca Agamenón. Oficialmente los trabajos de excavación comenzaron en 1876, no obstante el prusiano llevaba excavando en la zona algunos meses antes sin contar con todos los permisos necesarios. Así, en sólo tres meses de trabajo Schlieman y su equipo hallaron los restos micénicos más importantes hasta el momento, un conjunto de seis tumbas dispuestas verticalmente que contenían restos humanos, se hallaron al menos dieciocho cuerpos, y lujosos ajuares funerarios, el conocido como Círculo A. Las tumbas tenían una profundidad de unos cuatro o cinco metros y en el suelo se colocaba el cuerpo del difunto junto con el ajuar; cada una de las tumbas era una pequeña cámara sellada en cuya zona superior se situaba una pequeña estela funeraria.
En cinco de estas tumbas del Círculo A se hallaron máscaras funerarias, pero sin duda la más famosa de ellas es la de Agamenón. Schilieman estaba convencido de haber encontrado la máscara que representaba la efigie del rey, sin embargo estudios posteriores datan la máscara de 1500 – 1550 a.C., esto viene siendo unos trescientos años antes del reinado de Agamenón.
Se trata de una exquisita máscara funeraria realizada a través de una finísima lámina de oro, fue realizada con la técnica del repujado a partir de un modelo realizado en madera. Se trata de una representación muy simplificada de un rostro masculino que se encuentra barbado y con los ojos cerrados, sumido ya en el profundo sueño de la muerte. La nariz es recta, demasiado fina para ser natural, y sus orejas presentan un gran desarrollo, como si hubieran sido incrustadas al rostro.
De las cinco máscaras de este tipo que aparecieron en el Círculo A tres de ellas muestran rasgos muy estereotipados, sin embargo las otras dos –en especial la de Agamenón- poseen una tendencia más individualizada, fruto de un riguroso trabajo basado en un modelado natural. Pese a los rasgos primitivos propios de su antigüedad y de la falta de técnica, el artista ha querido reflejar un rostro concreto e individualizado.
Las tumbas del Círculo A nos han ofrecido una fuente de información inigualable acerca de la cultura micénica, fueron las primeras muestras de arte micénico que salieron a la luz y en ellas se encontró todo tipo de objetos valiosos, desde las conocidas máscaras hasta vasos de oro, coronas, fíbulas… en total se extrajeron de las tumbas un total de quince kilos de oro en distintos objetos.
En la actualidad, la máscara de Agamenón se encuentra junto con otros objetos extraídos de la misma excavación en el Museo arqueológico de Atenas.