Machón de la Duda de Santo Tomás
La estética románica en la Península Ibérica tuvo un importante desarrollo gracias a las peregrinaciones que llevaban a Santiago de Compostela, en este sentido aparecieron a lo largo del afamado camino multitud de templo románico así como monasterios y cenobios. Dentro de la estética monacal el conocido monasterio de Santo Domingo de Silos en la provincia de Burgos es uno de los referentes más destacados de esta etapa. La obra que ya se comentó con anterioridad en este blog, tiene tal relevancia que hoy nos centraremos en analizar uno de los machones del claustro que muestra mayores avances en su composición, el que representa La duda de Santo Tomás.
En Silos la zona del claustro estaba destinada a la meditación de los monjes por eso, no parece extraño que las escenas que aquí aparecen tengan un claro afán didáctico. Son escenas basadas en temas de la Pasión y la Resurrección, al menos las de los machones que son las de mayor tamaño. Concretamente el machón que aquí analizamos muestra la Duda de Santo Tomás cuando, tras aparecer Jesús resucitado no cree que se tratase de su Maestro y tiene que introducir los dedos en sus heridas para comprobar que realmente es él.
Aunque la pieza no se puede fechar de manera exacta los expertos parecen estar de acuerdo en que debió de ser ejecutada por el conocido como Primer Maestro de Silos –en la escultura del monasterio intervinieron al menos tres maestros- en el siglo XI.
La obra se encuentra ejecutada como un medio relieve en el que un arco de medio punto se sustenta con esbeltas columnas de capitel corintio. En la zona superior podemos observar la representación de algunas arquitecturas con decoración de ajedrezado influencia de la estética mozárabe.
Cobijados por el arco, los personajes se presentan en tres bandas horizontales presentando una solución innovadora al desplazar las figuras principales – Cristo y Santo Tomás- hacia un lateral hacia donde el resto de los personajes se giran para mirar. La figura de Jesucristo sigue manteniendo la jerarquización típica del románico al colocar a las figuras más importantes con mayor tamaño. Todos los personajes cuentan con una fuerte frontalidad pero la disposición de sus cabezas así como las piernas y los pies de los personajes de la primera fila, marcan un ritmo ondulante que desemboca en la escena principal.
En cuanto a la representación fisionómica de los personajes debemos destacar la escasa naturalidad de las formas, casi todos los rostros son similares respondiendo a una estética estandarizada que tiende a las formas geométricas con narices rectas, ojos ligeramente almendrados etc. De hecho para diferenciar a cada uno de los personajes, el autor escribió en el nimbo de los Apóstoles sus nombres incluyendo en la escena a San Pablo.
El machón de Silos se ha convertido en una de las obras más representativas de la escultura románica castellana y su modelo se difundió a lo largo del camino de Santiago hasta convertirse en un referente de la época.