El Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán, Berruguete
El Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán está realizado en óleo sobre tabla y es una obra adjudicada al artista renacentista Pedro Berruguete. Según los historiadores la obra se encontraba dentro del Convento de Santo Tomás en Ávila y hacía pareja junto con otra tabla que acabó en Londres y actualmente se encuentra desaparecida.
Durante algún tiempo se pensó que esta tabla podría formar parte del retablo ubicado en el crucero del templo de Santo Tomás, sin embargo sus dimensiones no parecen encajar demasiado bien en el conjunto por lo que se ha optado a pensar que estaríamos hablando de una tabla individual ajena a dicho conjunto.
Tampoco se tiene una seguridad total acerca de su autoría – la tabla no aparece firmada y en los registros tampoco han aparecido datos sobre el autor- sin embargo, el colorido utilizado así como la representación de los personajes, nos hablan de la firma de Pedro Berruguete (1450 – 1503) autor que combina la estética medievalista con los primeros ecos del Renacimiento español. En su obra se hace patente las formas clasicistas adquiridas durante sus años de formación en Italia y que combina sabiamente con la tradición hispánica en la que se aúnan las estéticas medievalistas, flamencas e hispanomusulmanas.
La tabla representa uno de los acontecimientos más populares de la época Moderna llevado a cabo por la Inquisición en España; en ellos los acusados de herejía eran sometidos a un juicio público en el que podían arrepentirse de sus pecados y retornar al seno de la Iglesia. Su finalidad era el adoctrinamiento de las masas a través del escarnio público.
La tabla atribuida a Berruguete representa al inquisidor Santo Domingo de Guzmán en un Autor de Fe; el inquisidor fue una de las principales figuras religiosas que persiguió a los cátaros por orden del Papa Inocencio III. En realidad la escena representada dataría del siglo XIII ya que es el Auto de Fe de Benito Corsi, pero Berruguete la ha actualizado a través de los ropajes de los personajes.
La composición es descendente: en la zona superior vemos al inquisidor, de mayor tamaño que el resto del tribunal para acentuar su importancia; están ubicado en una tarima portátil con un palio amarillo que el pintor ha dispuesto en diagonal para acentuar la profundidad de la representación. Algunas de las figuras del tribunal establecen un diálogo entre ellas mientras que otras aparecen ajenas a lo que está ocurriendo o incluso dormidas.
Bajando las escaleras aparece el propio Corsi un capirucho en las manos y sambenito, su rostro es apesadumbrado en espera de escuchar su fatídico destino. A la derecha, en un primer plano, vemos como algunos condenados son quemados en la hoguera, éstos aparecen semidesnudos mientras un joven azuza el juego de la hoguera. Otros aguardan su turno escoltados por dos soldados mientras un sacerdote trata, en vano, de que renieguen de su herejía; ambos aparecen con el sambenito amarillo en el que aparece inscrito “condenado herético” y una coroza en la cabeza.