Mercurio de Giambologna
Se trata de una encantadora escultura realizada en bronce en el año 1567 por el artista Jean de Bologne, un escultor de origen flamenco que hizo prácticamente toda su carrera artística en Italia, donde era conocido como Giambologna o Giovanni da Bologna.
Esta es un obra muy del gusto de la época, en plena corriente manierista, e incluso la forma de presentar al personaje tiene mucho que ver con las propias cualidades de Mercurio, el veloz mensajero de los dioses romanos, por eso aparece corriendo, casi desafiando las leyes de la gravedad, dando la sensación de volar en vez de correr.
Toda la figura se apoya en los dedos del pie del personaje que a su vez son lanzados por un fuerte soplo de aire que sale de la boca de un rostro que hace la función de una roca, aunque en realidad es una singular personificación del viento del sur.
La postura de Mercurio es acrobática, y parece flotar, como si deslizara por la atmósfera. Y lo cierto es que el planteamiento de esta escultura fue todo un reto para su autor, quién buscaba desafiar las normas establecidas y lograr unos efectos sorprendentes que atrajeran la mirada y la admiración del espectador.
La sensación es de un equilibrio inestable, pero es una inestabilidad figurada, porque la verdad es que Giambologna hizo un enorme estudio previo antes de realizar la obra, para que fuera sorprendente y sobre todo conseguir que pese a la arresgiada postura la obra no se derrumbara una vez expuesta. Todo se basa en un eje central en el que está todo el peso de la figura, mientras que el brazo derecho que se alza hacia el cielo, el izquierdo que porta el emblema de Mercurio, y la pierna derecha en gesto de carreta hacen de contrapesos para mantener el equilibrio. Y por último la cabeza que soporta al personaje hace de pesada base que sustenta todo.
En definitiva, tal vez no sea esta la obra más famosa de Giambologna, pero sí que es una de las más definitoria de su estilo artístico, impregnado de la corriente manierista, pero también basada en un profundo conocimiento de las precedentes obras del estilo renacentista, así como anticipando muchos de los rasgos que caracterizaran la escultura barroca de las décadas siguientes.
De hecho, una de las características típicas de las obras de Giovanni de Bologna es el movimiento que logra imprimir a sus esculturas, algo tan muerto como puede ser un mármol o el bronce, en sus manos se convierte en algo vivo, gracias al elegante dinamismo que imprime a sus formas. En ocasiones, ese movimiento lo consigue por medio de audaces posturas como es el caso de este Mercurio, aunque sin duda alguna sus composiciones más típicas son las basadas en la peculiar forma “serpentinata”, o sea, siguiendo un zigzagueo que imita el movimiento de la serpientes, algo que aplicó a muchos grupos escultóricos pero que de entre todos ellos destacan la Fuente de Neptuno que hizo en la ciudad de Bolonia y sobre todo en su obra más conocida: El Rapto de las Sabinas, situada en la Loggia dei Lanzi de Florencia.