Napoleón despertándose de la inmortalidad de François Rude
El culto a Napoleón Bonaparte se mantuvo durante muchos años después a su muerte. Un ejemplo es esta obra de François Rude que realizó entre los años 1845 y 1847 cuando ya habían pasado más de dos décadas del fallecimiento en el destierro del mítico emperador.
De hecho, Rude (1784 – 1855) autor de obras tan emblemáticas como los relieves que decoran el Arco del Triunfo de París siempre se declaró un auténtico admirador de Bonaparte. Tanto es así que cuando recibió el encargo de realizar este enorme bronce, lo hizo de forma gratuita.
Y otra muestra de la veneración que se tenía hacia Napoleón es que el encargante fue un antiguo soldado de la Armada imperial, quién con el tiempo se había convertido en un rico viticultor de la Borgoña. De manera que decidió levantar en sus viñas cercanas a la ciudad de Dijon un monumental homenaje a su recordado general y emperador.
El nombre de este potentado era Claude Noisot y había luchado en varias campañas junto a Bonaparte. Le tenía tal devoción que hasta solicitó acompañarlo en su primero destierro a la isla de Elba en el Mediterráneo. Así que cuando en 1840 se llevaron las cenizas de Napoleón a Francia, se le ocurrió hacerle este homenaje en sus campos de cultivo y hasta planteó todo un museo en su memoria. Por cierto, aquellas viñas donde se encuentra la estatua hoy son un parque público. Y el molde de yeso de la misma se expone en el Museo del Louvre de París.
La imagen es de lo más exaltada. Vemos como Napoleón está despertando e incorporándose de una gran roca que evoca la isla de Santa Elena en el océano Atlántico, o sea, la lejana prisión a la que fue desterrado. Se quita la muerte de encima, simbolizada por ese sudario que le cubría y así se nos muestra como un ser inmortal.
La composición elegida por Rude está muy meditada para darle vitalidad a la escena. Ya que esa diagonal dominante le da movimiento a un gesto que no lo tiene, y también activa un activo juego de luz y sombra que le proporciona inquietud al momento. Rude está representando una resurrección pero no hay ningún símbolo religioso. Aunque sí que se identifican otro tipo de símbolos como el águila imperial o una cadena que está a punto de romperse, algo que lo vincula con un ser mitológico como Prometo. Es decir, el encargante y el escultor crearon aquí una imagen laudatoria que plasmara la inmortalidad del personaje histórico al que tanto admiraban.