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Ponte San Angelo, Bernini

Publicado por Laura Prieto Fernández

El puente de San Angelo también llamado Puente Aeliano o Puente de Adriano fue mandado construir por el emperador romano Adriano entre 134 y 139 d.C. con el fin de unir el centro de la ciudad de Roma con el mausoleo funerario que él mismo se mandó construir y hoy es el famosísimo Castillo de San Angelo. Durante mucho tiempo la ciudad utilizó en puente para comunicarse con la Basílica de San Pedro por lo que el puente pasó a conocerse como puente de San Pedro. Fue el papa Gregorio quién le adjudicó el sobrenombre de San Angelo cuando, según cuenta la leyenda, un ángel apareció en el tejado del castillo anunciando el fin de las plagas.

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En torno a 1535 el papa Clemente VII remodeló el puente con las estatuas de los cuatro evangelistas, San Pedro y San Pablo, y las figuras de Moisés, Noé, Abraham y Adán. Sin embargo no fue hasta el siglo XVII, más concretamente en 1668, cuando el papa Clemente X encargara al artista barroco Gian Lorenzo Bernini (1598 – 1680) la actual configuración del puente; la idea del pontífice era crear una especie de via crucis en la ciudad y para ello el artista diseñó figuras de ángeles que se disponían en los laterales del puente y portaban los instrumentos de la pasión.

Bernini fue quién diseñó la totalidad del proyecto pero el arquitecto y escultor napolitano tan sólo realizó dos de ellas: el ángel que porta la cartela de INRI (rey de los judíos) y el ángel que lleva la corona de espinas de Cristo. Las figuras son casi colosales, su tamaño dobla el natural, y ya en su tiempo fueron consideradas de tantísima calidad artística que el pontífice permitió que fueran trasladadas a la basílica de San Andrea para su mejor conservación y la instalación de copias en los laterales del puente.

Bernini resolvió la composición con gran maestría puesto que el espectador tiene perspectivas tanto desde dentro del puente como en cada uno de los laterales, además el conjunto se muestra armonioso y bien ligado con la parte de la ciudad que lo rodea.

Bernini no realizó cambios en la estructura constructiva del puente, éste se configuraba a través de cinco arcadas de gran luz resultas con arcos de medio punto. Sin embargo su proyecto dio un nuevo aspecto al anquilosado puente y consiguió grandes efectos dramáticos y teatrales muy acordes con el gusto Barroco imperante en la época.

Los dos ángeles realizados por Bernini nos remiten a las estatuas dedicadas al amante del emperador Adriano, Antoninoo, especialmente el ángel encargado de portar la corona de espinas. En ambos podemos ver jóvenes alados poco musculosos cuyo cuerpo se encuentra oculto por loa ampulosos ropajes que se torsionan una y mil produciendo distintos pliegues.

Son figuras muy expresivas y teatrales, su rostro aunque con cierto parecido muestra distintos sentimientos, así mientras el ángel de la corona aún posee algo de fuerza y orgullo, el que porta la cartela está decaído y agotado ante la inminente muerte de Cristo.

Además de las dos esculturas originales de Bernini, el puente cuenta con otras diez estatuas de ángeles, todas ellas realizadas por los discípulos de Bernini bajo su supervisión. Cada uno de estos ángeles sostiene un símbolo de la Pasión de Cristo, como la columna de la flagelación, el sudario, los clavos, la lanza y la esponja con vinagre. Estas estatuas fueron esculpidas por artistas como Ercole Ferrata, Antonio Raggi y Paolo Naldini, quienes lograron captar la esencia del estilo de Bernini, creando figuras llenas de dinamismo y emoción.

El puente de San Angelo no solo es una obra maestra del arte barroco, sino que también ha sido testigo de numerosos eventos históricos a lo largo de los siglos. Durante la Edad Media, el puente fue utilizado por los peregrinos que se dirigían a la Basílica de San Pedro, y en tiempos más recientes, ha sido escenario de celebraciones y procesiones religiosas. Su importancia histórica y artística lo convierte en uno de los monumentos más emblemáticos de Roma.

El entorno del puente también ha sido objeto de admiración y estudio. A lo largo de los años, el paisaje urbano que lo rodea ha cambiado significativamente, pero el puente ha mantenido su majestuosidad y su capacidad para atraer a visitantes de todo el mundo. La vista desde el puente, con el Castillo de San Angelo de un lado y la Basílica de San Pedro al fondo, es una de las más icónicas de la ciudad eterna.

El puente de San Angelo es un testimonio del genio de Bernini y de la rica historia de Roma. Su combinación de arte, arquitectura e historia lo convierte en un lugar de visita obligada para cualquier amante del arte y la cultura. La habilidad de Bernini para crear una obra que no solo es estéticamente impresionante, sino que también tiene un profundo significado espiritual, es un reflejo de su talento y de su comprensión del barroco como un medio para conmover y inspirar.