Busto de Constanza Bonarelli de Bernini
Esta no es una de las obras más conocidas del gran escultor barroco Gian Lorenzo Bernini, y sin embargo es uno de sus mármoles más interesantes porque posee ciertas cualidades ligadas a la intimidad de lo pequeño, que desde luego son impensables en sus composiciones más monumentales como es su Éxtasis de Santa Teresa o el grupo escultórico de El profeta Habacuc y el ángel.
De hecho, esta obra hecha en mármol y que en la actualidad se conserva en el Museo del Barghello de Florencia es la única de sus creaciones que es un busto o retrato de carácter privado. De ahí, que no aparezca esa estilización que caracteriza a otros encargos suyos mucho más oficiales como puede ser el propio busto del rey Luis XIV.
Además con la mujer retratada no solo tuvo una relación de modelo y artista, sino que mantuvo una tempestuosa historia de amor. Quizás de ahí tanta naturalidad en la obra. Incluso hay críticos de arte e historiadores que de alguna forma consideran que este busto es clave para entender el desarrollo del retrato en el arte moderno, ya que al contrario que en la inmensa mayoría de obras de su tiempo, y aún posteriores, aquí vemos a una mujer, nada más y nada menos. Y es eso ante todo, una mujer que no está representada como alguien especialmente bello, ni idealizado, ni presentado como un personaje heroico. Es una persona que invita al contacto de manera inmediata y natural.
Bernini en esta línea, alejado de los convencionalismos más oficiales, es capaz de crear un busto extraordinariamente sensual, al que no puede evitar darle cierto toque erótico o carga sexual, la misma que se supone que a él le atraería. En ese sentido hay que entender el generoso y a la vez sugerente escote de la retratada.
Todo en la figura tiene apariencia de cotidianeidad y de espontaneidad, como por ejemplo los cabellos alborotados de la mujer o los pliegues de la vestimenta, tan radicalmente distintos a los de otras obras suyas.
Lo cierto es que esta obra es una verdadera rareza en la producción de Bernini, es como si le hubiera sorprendido en una instantánea tras haber hecho el amor. No hay pose alguna y ha sabido captar el carácter fogoso y orgulloso de la mujer. Con la cual no acabó bien la relación. En realidad, Constanza Bonarelli era la esposa de otro escultor, pero no le era muy fiel, y no solo le engañaba con Bernini, sino con algún otro hombre. De hecho, engañaba al propio Bernini, lo cual fue el motivo para que se acabará su relación, aunque el escultor siguió manteniendo durante un tiempo este retrato en su colección privada.