The Headington Shark de John Buckley
Este edificio ubicado en una barriada de la ciudad inglesa de Oxford suele aparecer en los habituales listados de esculturas más extrañas del mundo o en los rankings con las construcciones más singulares del planeta. Y realmente su apariencia es altamente peculiar. Pero al fin y al cabo, más allá de su llamativa estética, se trata de un proyecto artístico y de denuncia muy interesante surgió en 1986.
La obra la hizo el escultor británico John Buckley (1945 – ) quién contó con la participación de otros artesanos de la zona, y se hizo en total colaboración con el propietario del inmueble, el periodista Bill Heine. De hecho, Buckley y Heine ya habían trabajado juntos en otros proyectos escultóricos y decorativos. Pero en esta ocasión el propósito era otro. Se trata de crear una imagen potente capaz de denunciar la indefensión a la que estaba sometida la población frente a la probabilidad de desastres nucleares como el accidente que había ocurrido en la central de Chernobyl en abril de ese mismo año.
Por ello en absoluto secreto se diseñó y confeccionó este enorme tiburón. Una obra de fibra de vidrio que supera los 200 kilos de peso y los 7 metros de longitud. Tal escultura se hizo en un taller cercano y coincidiendo con la fecha del 41 aniversario del bombardeo atómico de la ciudad japonesa de Nagasaki (9 de agosto de 1945). Y realmente la figura del escualo puede simular un proyectil que cae desde el cielo para meterse en la casa y destruirla.
Desde un primer momento la intervención creó controversia y por lo tanto mucha publicidad, así que el objetivo de llamar la atención y atraer a los medios públicos se había conseguido. Si bien, las autoridades locales quisieron demoler la obra, alegando que carecía de cualquier tipo de permiso y desde luego no tenía ningún estudio de seguridad. No criticaban la calidad del tiburón, de hecho hasta ofrecieron ubicarlo en una piscina local, algo que sin duda le hubiera quitado todo el sentido a la obra, literalmente se hubieran hundido tanto su mensaje como su singularidad y encanto.
Pero aunque se intentó, no fue retirada y hasta los vecinos defendieron su presencia. Así ha permanecido hasta hoy, pese a que la casa cambió de propietarios y que hubo de ser desmontada para restaurarla y asegurarla. El hecho es que es la gran atracción de esta barriada y hasta aquí llega gente a fotografiarla, porque no hay duda de que es una de las esculturas más singulares del mundo.