Tímpano de la Catedral de Estrasburgo
Todo este fastuoso conjunto escultórico de la catedral gótica de Estrasburgo, situada al noreste de Francia, presenta un tema unitario, que nos es otro que “El Tránsito de la Virgen”.
Se realizó al mismo tiempo que se estaban tallando las esculturas de las dos portadas del transepto de la catedral de Chartres, es decir, las portadas norte y sur. O sea entre esas obras de Chartres y éstas de Estrasburgo, se puede definir el estilo escultórico de un Gótico muy evolucionado. Si bien, en Estrasburgo se pueden distinguir diferentes influencias, como las de las esculturas del cercano valle de Mosa, y especialmente la influencia del maestro Nicolás de Verdún.
Si nos fijamos en las diferentes y numerosas figuras que aparecen en este tímpano se puede apreciar un tono muy tierno, propio del Gótico, y esa ternura se ve no solo en las formas individuales de cada personaje, sino que también se puede descubrir en los gestos y miradas con lo que se comunican unos con otros.
La escena en sí de “El Tránsito de la Virgen” nos la relata del siguiente modo. Los Doce Apóstoles rodean el lecho en el que yace el cuerpo de María, y santa María Magdalena está arrodillada ante ella. Y también vemos a Jesús en el centro, quién recibe el alma de su madre entre sus brazos. Es decir, como era habitual en la época, se trata de ilustrar los episodios de la Biblia a los fieles.
En cuanto al estilo, se puede ver como en esta fase del Gótico todavía se conserva la solemne simetría de la escultura de décadas precedentes. Y no obstante, no todo es esa simetría estricta, ya que también hay mucha vida en esas figuras de piedra. Una vida que se aprecia al detenernos atentamente en los rostros de los 12 Apóstoles, donde los canteros esculpieron unas caras en las que se pueden leer rasgos de dolor ante la escena que contemplan. Son gestos sencillos pero bastante elocuentes y naturalistas, como que algunos tienen las cejas levantadas, unos con la mirada perdida y mientras que otros la mantienen fija y muy atenta, e incluso alguno se lleva la mano al rostro en claro signo de tristeza ante la muerte de la Virgen.
Algo similar se puede decir de la María Magdalena, la cual está retorciéndose la manos, compungida, en claro contraste con la majestuosa serenidad y tranquilidad que transmite la Virgen María.
En definitiva, es una obra maestra de la escultura gótica, donde la calidad y maestría de sus artífices se ve en multitud de detalles como el tratamiento de los ropajes de los personajes, o en la naturalidad con que talla rostros, manos y pies. Lo cual demuestra que por aquellos años, aunque lo más importante es el mensaje religioso que se quiere transmitir, los artistas también están preocupados por la forma en que lo van a plasmar, queriendo hacer obras bellas y naturales.