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El Vaso Fortuny

Publicado por A. Cerra

Vaso Fortuny

Aquí podemos ver uno de los mejores cántaros de la época andalusí del siglo XIV que han llegado hasta nuestros días. Una obra que en la actualidad posee el gran Museo del Hermitage de la ciudad rusa de San Petersburgo. Pero como se puede comprobar el nombre de la pieza, Vaso Fortuny, lo relaciona con el artista español Mariano Fortuny, ya que perteneció a su colección de antigüedades hasta que falleció.

Esta ánfora o cántaro la consiguió en Granada, donde vivía el pintor desde 1870. Allí empezó a acumular una colección de antigüedades de lo más variado, con prendas religiosas, tapices, objetos de todo tipo y materiales, etc. Aunque sin duda lo que le fascinaba era la cerámica local e histórica, que fundía la tradición musulmana y cristiana.

Y el mejor exponente de su colección fue esta pieza que halló en una iglesia, donde se utilizaba como base para pila de agua bendita.

En definitiva, estamos ante una pieza de cerámica nazarí del siglo XIV, que formaría parte de un tipo de ánfora llamada jarrones de la Alhambra, si bien no se puede asegurar si se realizó en la propia ciudad de Granada donde está el gran Palacio de La Alhambra, o se realizó en los prestigiosos talleres alfareros que en aquella época había en la cercana ciudad de Málaga.

Aparte de esa forma característica con una base muy pequeña y un cuello con forma de tronco piramidal, lo más destacado es la decoración del cántaro. Una decoración conformada con atauriques y cintas entrelazadas, mientras que en las dos grandes asas aparecen en dorado el motivo conocido como mano de Fátima.

De hecho, toda la ornamentación se crea con ese color dorado y con el blanco. Con esos colores se generan dibujos, arabescos y mucha caligrafía árabe. Hasta rellenar toda superficie del vaso.

Mariano Fortuny le tenía gran aprecio a esta joya artística, la estudió en profundidad y hasta le hizo el soporte que tiene en la actualidad.

Pero, ¿cómo llegó desde las manos del artista español en Granada hasta el museo ruso? Resulta que poco después de su adquisición, Fortuny se trasladó a Italia con toda su familia, y también con todas sus posesiones. Pero, en tierras italianas le sorprendió la muerte. Así que como no había testamento fue necesario inventariar sus pertenencias para repartir todo lo que correspondiera.

De ese modo, su viuda, Cecilia de Madrazo, lo acabó vendiendo a un príncipe ruso en 1875. Y de ahí, pocos años después llegó al museo que lo posee en la actualidad.