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Los Tesoros medievales (II)

Publicado por Chus

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Entre los tesoros de la Edad Media se encuentra el Salterio de Ingeborg, manuscrito iluminado realizado hacia el año 1195 en Francia. Un salterio es un libro que recopila salmos de la Biblia y puede ir acompañado de ilustraciones. Ingeborg era una princesa danesa que se casó con el rey de Francia Felipe Augusto en el 1193.

En la Edad Media era muy difícil conseguir libros, ya que eran muy costosos, y al no disponer de papel, ni de letras movibles, todas las fases de producción de un libro se hacían a mano. Las superficies sobre las que se escribía eran normalmente de piel de oveja o de cordero curtida y pulida (vitela) y que ya resultaban caras. En el “scriptoriae” (taller en el que se confeccionaban los libros, situado casi siempre en un monasterio), los monjes ligaban las hojas de vitela adaptándolas al tamaño del libro, a continuación, trazaban líneas horizontales sobre las páginas, luego los especialistas en escritura, o sea, los escribas, copiaban textos con tinta negra sobre la vitela. Dejaban espacios libres para los títulos y encabezamientos que se escribían con tinta roja. Otros artesanos decoraban los manuscritos con imágenes pintadas y otros adornos, normalmente realizados con “gouache”, mezcla opaca de pigmentos con goma arábiga. Uno de los pigmentos más usados en las pinturas medievales era un óxido de plomo rojizo llamado minio (de ahí el nombre de miniatura al trabajo que realizaban).

El Salterio de Ingeborg es un ejemplo poco frecuente entre los manuscritos medievales, ya que sus imágenes no se corresponden con sus textos. Una de las escenas más curiosas muestra al Rey Herodes quien en un intento por destruir al niño rey de quien había oído hablar, ordenó la matanza de todos los niños de Belén menores de dos años. José, fue advertido de ello en un sueño y escapó con su familia a Egipto, escena que aparece en la parte inferior. El destino de las familias menos afortunadas aparece en la mitad superior, se trata de la Degollación de los Inocentes, representada de una forma brutal, en la que los soldados matan a los niños a golpes de espada en brazos de sus madres. Por encima de la escena, Herodes contempla impasible desde la seguridad de su trono. Hubiera sido difícil representar este tipo de escenas sin los progresos que Nicolás de Verdún había conseguido en los esmaltes de Klosterneuburg, pues se observan puntos de contacto con su obra, como son los ropajes de pliegues acanalados, o el conocimiento de la anatomía humana, o la combinación de oro con colores intensos (rojo y azul oscuro).

Otro de los tesoros medievales es un tapiz que representa a un “Unicornio en cautividad”, escena final de un conjunto de siete tapices tejidos alrededor del año 1500, en el Gótico tardío.

Los tapices servían generalmente para decorar grandes muros de piedra en viviendas aristocráticas e iglesias y además protegían de las corrientes de aire. Se tejían con lana y seda a partir de pinturas previas o cartones. Se necesitaban muchos tejedores para producir cada tapiz en trabajos de la finura de este ejemplo, también para manejar y cambiar las bobinas de colores.

El unicornio es una creación mítica de la imaginación medieval, una especie de caballo salvaje con un largo cuerno en espiral. Según la creencia popular, la única manera de dar caza a uno de ellos era que una “virgen” se sentara en el bosque, como cebo, hasta que un unicornio se le acercara y se durmiera, apoyando la cabeza en su regazo. En este tapiz, el unicornio capturado está tendido sobre un césped con flores dentro de un pequeño corral, encadenado a un granado, símbolo tradicional de fertilidad. El tapiz es plano y fue concebido para decorar una pared, pero el espacio que rodea al unicornio blanco es verde oscuro sembrado de numerosas plantas en flor, con un tratamiento casi bidimensional, sensación espacial acentuada por la forma romboidal del cercado.