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El arte de Mesopotamia (VIII)

Publicado por Chus

pinturas-palacio-de-mari.jpgLa pintura fue muy importante para la civilización de Mesopotamia, ya que no solo se encontraba en manifestaciones entendidas propiamente como tales, sino que formaba parte de arquitecturas y esculturas, y así los muros y estatuas cubrían la pobreza de sus materiales con vivos colores. No sabemos si anteriormente habría pintura destacada como tal, pero si conocemos la pintura del palacio de Mari del siglo XVIII a. C., una serie de murales hechos al temple sobre un enlucido de yeso que muestran la magnificencia de la misma. En cuanto a las representaciones podemos distinguir cuatro tipos diferentes, las que muestran escenas mitológicas, campañas bélicas, escenas de ofrendas y sacrificios y las representaciones de investiduras o presentación. En todas ellas aparecen frecuentemente motivos geométricos como los roleos, de tradición egea, lo que podría significar intercambios artísticos con Creta (consta que los había comerciales).

A nivel técnico se observan los contornos de algunas figuras trazados con algún tipo de instrumento puntiagudo sobre el estuco, mientras que en otras, los perfiles no se tallan sino que se marcan con un trazo negro, lo que nos lleva a una de sus principales premisas, la importancia del contorno, de la línea, del silueteado, que delimita las figuras y sus diferentes partes, haciendo que sea una pintura eminentemente lineal. Los colores predominantes son los ocres, ocre- amarillentos, los rojos, los verdes y los azules. Los convencionalismos abundan en la representación figurativa, con rostros de perfil pero ojos y torso de frente, incluso en ocasiones con visiones en tres cuartos para representar mejor el ángulo deseado, así por ejemplo para poder ver los cuernos de un buey.

Tras el esplendor de Mari, tenemos que esperar al apogeo asirio para encontrar palacios decorados con toda clase de cromatismo. En Jorsabad quedan escasos restos de una sala (residencia K) en la que había una decoración de unos cinco metros con genios alados arrodillados que flanqueaban a toros encarados a motivos cuadrangulares, que tenían en la parte superior al dios Assur recibiendo el homenaje del rey. En el Palacio Provincial de Til Barsip, destacan las escenas de ejecuciones de enemigos, que buscan exaltar el poder asirio, con condicionantes semejantes a los relieves. En cuanto a los colores predominan el azul, el blanco y el rojo.

Además de las pinturas usaban con profusión los ladrillos vidriados con representaciones de animales. En este sentido destacan en Babilonia las “Puertas de Istar” en la “vía sagrada” y en la “sala del trono del palacio”, en las que el ladrillo estaba moldeado y los animales aparecen en relieve. Sobre fondo azul (el color se obtenía con polvo de lapislázuli), los leones, los dragones y los toros se ordenaban en composiciones enmarcadas por motivos ornamentales geométricos de vistoso efecto cromático.

La glíptica tuvo un desarrollo considerable en la zona al constituir el medio de asegurar la propiedad de las mercancías y constituyó un campo de experimentación para los artistas talladores de las distintas épocas. El sello mesopotámico más típico es un cilindro con un diámetro entre dos y cinco centímetros con una altura entre tres y seis centímetros, que admite todo tipo de decoración. En la protohistoria ésta estaba constituida por inscripciones cuneiformes que representaban bueyes o cabras. En época predinástica aparecen luchas y juegos entre distintas especies animales que se mostraban entrelazados, pero también banquetes rituales y episodios de la leyenda del mítico héroe Gilgamés, con un mayor interés por mostrar el modelado de las figuras, abandonando las incisiones anteriores. Con el paso de los siglos y las dinastías no se mostró una clara evolución formal ni iconográfica, ya que el sello nunca pasó de ser un arte menor, condicionado por la exigencia de la clientela, pero si destacamos en época neosumeria la aparición de la “escena de presentación”, en la que le cliente es presentado a uno de los dioses. Con los asirios predominan las representaciones de animales, con luchas de carácter mitológico entre bestias fantásticas, el acoso y derribo del león, el retozar de animales en libertad, etc. Se trata de una figuración con claro sentido narrativo, con pocas figuras, estructuradas en bandas para resultar legibles.