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Las empresas y sus museos

Publicado por Virginia

Museo Würth, KünzelsauEl lema «ponga un museo en su vida» parece haberse instalado de forma incondicional en la mente de quienquiera que posea un cargo de responsabilidad en cualquier ámbito con una cierta relevancia de la política, economía o cultura. De esta manera, a esta «moda expositiva» ha venido a sumarse el mundo empresarial por medio de sus cabezas visibles, promotoras de la creación de museos de importancia.

En muchos de estos casos la iniciativa está marcada por el amor de coleccionista de los propietarios de la marca, dando como resultado centros que responden más bien a la ilusión por mostrar las piezas reunidas durante años que a un deseo por convertir el arte en un negocio. A este caso respondería el ejemplo del Museo de la Cultura del Vino de la Fundación Dinastía Vivanco, fruto de una auténtica pasión; la que desde hace años impulsa al actual dueño, Pedro Vivanco, y a sus hijos, a coleccionar los más variados objetos relacionados con el vino, incluyéndose entre los mismos incluso una cantidad de piezas de procedencia egipcia. Lo cierto es que este museo a día de hoy aún no resulta rentable, contribuyendo en mayor medida a la satisfacción de aficionados al arte de los miembros de la familia que a su economía.

En ocasiones estos museos ofrecen una posibilidad al rescate de un cierto tipo de piezas que de otra manera seguramente se habrían perdido o, con mucha seguridad, ni tan siquiera expuesto. Es lo que sucede con el Museo Perfumería Gal, el cual recoge no sólo una buena colección de carteles y cuadros de autores como Julio Romero de Torres, Rafael de Penagos, Baldrich, etc, sino una selección de objetos (frascos, etiquetas y estuches) que ejemplifican la evolución del diseño industrial en la perfumería del s.XIX al XX, o ejemplos tan significativos como el de Vimar, cuyo museo recoge la historia de la electricidad en Italia. Junto a estos se encuentran otros que pueden compartir este deseo de mostrar lo poco usual y que, desde luego, resultan ciertamente chocantes, como sucede con el Museo del Atlético de Madrid.

En ocasiones, existen empresas que poseen una auténtica cadena de museos, tal es el caso de la alemana Würth, a punto de inaugurar un nuevo centro en España destinado a albergar piezas de arte contemporáneo y que vendrá a sumarse a la lista de otros ubicados en Europa (dos en Alemania y uno próximo en Francia). Este tipo de museos, al igual que sucede con los programas expositivos de los bancos, contribuyen a generar una mejor imagen de la empresa, aunque esto no quita que esta iniciativa en particular no responda, al igual que en otros casos, a un verdadero afán de coleccionista (el de Reinhold Würth en este caso).

Y no habría que olvidar, por supuesto, los museos de las mal llamadas «empresas públicas» que pueden incluirse dentro de la categoría de aquellos centros que realizan una importante labor en materia de recogida, investigación y divulgación de unos fondos «poco solicitados»; Correos, con su Museo Postal y Telegráfico o la Renfe y sus Museos del Ferrocarril (Madrid y Barcelona) son buenos ejemplos.