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Funciones de los museos: la exhibición (I)

Publicado por Virginia

Museo Nacional Arqueológico de Tarragona sala IVDesde que el museo se conciba como moderno, la exhibición de las colecciones se convertirá en una de las funciones inherentes al mismo, siendo, además, ésta y no otra la que convierta a dicha institución en un organismo distinto a aquellos dedicados a la conservación y la investigación.

La exhibición de las colecciones es un proceso arduo, pese a la sencillez aparente del mismo, que posee su base inicialmente en dos aspectos fundamentales: el conocimiento de los fondos (o la investigación) y el del público al que su presentación irá destinada. Ambos puntos han de quedar resueltos antes de pensar siquiera en el discurso expositivo.

De esta manera, los estudios de público, iniciados en los años 70 del s.XX, han ido aumentando con los años, siendo cada vez más numerosos y relevantes en la actualidad. Dichos estudios plantean hasta tres grandes grupos de público, que son los convencionalmente manejados: el especializado, el culto (con estudios universitarios pero sin grado de especialización) y el general.

Este punto es importante a la hora de plantear la exhibición dado que «impone» los contenidos y el modo de difusión de los mismos. Lo cierto es que no es posible crear tres presentaciones distintas basadas en estos tres grados de conocimiento (aunque es algo que se ha debatido en el ámbito de la museología), de modo que la solución que se prefiere hoy día es la de una misma exhibición pero diferentes explicaciones. Estas distintas lecturas se amplían además con actuaciones dirigidas a grupos de edad específicos, como pueden ser los niños o la tercera edad.

También habrá que tenerse en cuenta a la hora de definir el discurso de la colección el tipo de museo que la acoge; no es lo mismo un museo de carácter nacional, que tiene la obligación de mostrar una realidad más amplia y general, que uno provincial, cuyas colecciones podrán mostrar la trayectoria de la zona, por ejemplo.

Además, la tipología de museo incidirá en la forma de presentación, respondiendo ésta por lo general a lo usual en los museos generalistas (que suelen ser la mayoría): cronología-grandes periodos-corrientes artísticas-artistas/culturas más representativos-mejores piezas. En caso de que el museo fuera monográfico o científico, la secuencia sería distinta, claro.

Existe, sin embargo, otra posibilidad a la hora de presentar una colección: la temática. Esta línea de actuación se experimentó en una colección permanente en Londres ya en 2000, en la Tate Modern. Lo cierto, es que este planteamiento fue bien aceptado por el público, aunque con el tiempo puede volverse confuso (como ha sucedido en este caso, que se ha tenido que reorganizar) y minar la capacidad de aprendizaje posible del visitante. Y es que, hasta el momento, las colecciones que mejor consiguen cumplir con la función educativa son las organizadas cronológicamente.

Un montaje expositivo es el resultado de un compendio complejo de diversos factores, y no sólo esto sino que, además, por medio del mismo se puede llevar a cabo una manipulación (ideológica o no) con algo tan sencillo como la ausencia de determinadas piezas, por ejemplo. Así, un hecho que parece tan sencillo y cotidiano como una exposición, reviste una importancia que la mayoría de las veces no se suele tener en cuenta.