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Exposiciones temporales y entidades bancarias

Publicado por Virginia

Carpa itinerante Exposición Un buen programa de exposiciones, además de ser un instrumento al servicio de la transmisión de la cultura o un medio de revitalizar un centro, entre otros, puede contribuir a mejorar enormemente el concepto que de una institución se tenga, debido a la favorable opinión que este tipo de iniciativas suscita entre el gran público.

Esto es algo que han sabido aprovechar muy bien las entidades bancarias, creando programas de obra social por medio de los cuales se han constituido a día de hoy, en muchas ocasiones, en verdaderos «mecenas del s.XXI». Lo cierto es que una acertada linea de actuación en materia de cultura y desarrollo revierte positivamente en la idea que un cliente pueda tener de un banco; es sabido que estas instituciones trabajan con un material fundamental que a todos pertenece: el tiempo. Sin embargo, si el cliente tiene conocimiento de que parte de los beneficios que de esta actividad se obtienen se reinvierte en la sociedad que los genera, la entidad adquiere necesariamente una nueva imagen a los ojos de éste. Básicamente se trata de un «lavado de cara».

Dicha circunstancia no quita que estos programas en muchos casos se hayan convertido en excelentes, cumplan una labor social importante y se encarguen de «agujeros» en materia de cultura y promoción que en otro caso quedarían sin atender. Mención especial merece, dentro de estos ejemplos, el de la Caixa, entidad que, por medio de su brazo armado cultural Obra Social Fundación la Caixa, se ha convertido en gestora de una gran cantidad de proyectos expositivos (entre otras actividades), incluyendo un interesante programa de carpas itinerantes. Así, por sus principales centros, ubicados en las ciudades de Barcelona, Tarragona, Lérida o Palma, se organizan al año un buen número de exposiciones temporales, talleres educativos, visitas guiadas y actividades destinadas a generar reflexión, respeto y conocimiento. Esta entidad cuenta incluso con un magnífico museo dedicado a las ciencias: el CosmoCaixa Barcelona, que este año ha recibido el premio al Mejor Museo Europeo.

No es este el único caso de un banco que ha desarrollado a su alrededor toda una imagen de mecenas cultural, a él se suman otros como el de la Caja de Ahorros del Mediterráneo que financia cada año una serie de actividades didácticas para escolares, a desarrollar en museos, que no se podrían poner en marcha sin su financiación, gestiona exposiciones con piezas y autores de relevancia y tiene a su cargo una casa-museo (la del escritor Azorín), o el caso de la Caja de Ahorros de La Rioja la cual, por medio de su Fundación CajaRioja, ha creado una red de centros culturales en dicha provincia donde se desarrolla una diversidad de exposiciones (muy centradas en públicos escolares).

Hay muchos más ejemplos: la Fundación Caja Madrid y su programa de exposiciones temporales (además de que a la Obra social de este banco corresponde una iniciativa tan moderna como La Casa Encendida, centro social y cultural), los consorcios Bancaja o Unicaja, que también cuentan con sus actividades expositivas de carácter no permanente, la Fundación Fundadores y su compromiso con el patrimonio histórico de Castilla y León y su difusión… entre tantos otros. En realidad, puede decirse que actualmente casi no hay banco que no posea asociado un programa de obra social y/o una fundación adscrita.