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Felipe II ofreciendo al cielo al infante Don Fernando

Publicado por Laura Prieto Fernández

Los monarcas de la casa de Habsburgo siempre mostraron una especial predilección por el arte conscientes de la importancia que tenía para su reinado por la capacidad propagandística del mismo; en un reino tan amplio como el de los Austrias el arte era un excelente vehículo para que todos los súbditos conocieran las grandezas de su monarca. En este sentido Felipe II aprendió bien de su padre y a menudo utilizó la pintura para difundir sus propios ideales.

El reinado de los Austrias Mayores -Carlos I y Felipe II- estuvo plagado de éxitos políticos, militares y económicos, pero quizás, para el hijo del emperador una de las fechas más reseñables fuera el año 1571 cuando al nacimiento de su hijo el infante Don Fernando se unió la victoria en la Batalla de Lepanto y la expulsión de los turcos de la cuenca del Mediterráneo. Estos extraordinarios hechos fueron plasmados por el pintor favorito del monarca, el veneciano Tiziano, en una obra que en la actualidad se exhibe en el Museo del Prado y que lleva por título Felipe II ofreciendo al cielo al infante Don Fernando.

Nos encontramos ante un óleo sobre lienzo de formato vertical que fue pintado entre los años 1573 y 1575. La obra era tan importante para el rey que él mismo envió a Tiziano una serie de indicaciones explicando la composición del cuadro, así como un boceto del mismo y un retrato del monarca; por entonces hacía más de veinte años desde la última vez que ambos no se veían y el rey quería mostrar en el lienzo un aspecto lo más real posible.

Del cielo y en un escorzo imposible, baja un ángel que le ofrece al pequeño infante una palma y una filacteria en la que aparece escrito en latín Maiora Tibi, mayores triunfos te esperan. El niño aparece desnudo y elevado hacia el cielo por el monarca que posa de perfil. Al fondo de la escena se aprecia la Batalla de Lepanto y en un primer plano a la izquierda del espectador, un turco maniatado aparece rendido y sin su coraza símbolo de la derrota.

Felipe II hizo de esta obra el símbolo de su reinado como su padre había hecho con el retrato que también pintó Tiziano y que lleva por título Carlos V en Muhlberg; precisamente por ello, para poder exhibir juntos ambos lienzos el monarca encargó al pintor Vicente Carducho que ampliase la pintura de Tiziano para que ambas contasen con las mismas dimensiones.