Adán y Eva de Tamara de Lempicka
Tamara de Lempicka fue el nombre artístico de la baronesa Kuffner, y de ella hay que destacar que fue una mujer que basó su arte y también su vida en el misterio, la elegancia y la transgresión, por lo cual se convierte en una de las artistas más destacadas del Art Decó de mediados del siglo XX, si bien su vida fue mucho más larga que ese periodo, ya que nació en 1898 y falleció en 1980.
Ante todo hay que decir que creó pinturas de una originalidad única, acordes con su estilo de vida desinhibido y rebelde, que le acercó más al lujo de los felices años 20 que a la vida bohemia de muchos de los artistas de las vanguardias.
De hecho despreciaba cualquier “ismo” con el que se bautizaban los diferentes movimientos artísticos que surgía por aquel entonces. Y decía que su credo artístico se basaba en no comulgar con ninguna tendencia. Para ella, eso es lo que era realmente vanguardista.
Pero además de llevar una vida en la que no faltaron las fiestas, los matrimonios, los amantes de ambos sexos y la rotura de cualquier convención, también con su arte ayudó a la liberalización de la mujer. En sus imágenes pintó una nueva mujer en la que aparecía lo mismo hablando por teléfono que esquiando, y sobre todo las pintaba en muchas ocasiones desnudas, siendo siempre mujeres plenamente conscientes de su voluptuosidad, transmitiendo una sensualidad en muchas ocasiones rebosante de erotismo y por supuesto muy femeninas. Ése es el caso de la mujer que se ve en esta obra en la que hace una representación sumamente transgresora de los personajes bíblicos de Adán y Eva.
Para la creación de esos desnudos, Tamara de Lempicka, cuyo nombre real era Tamara Gorscka, siempre declaró que uno de sus modelos eran las obras del pintor Ingres realizadas en el siglo XIX, con su famosa Odalisca a la cabeza. Y también los críticos de la época vieron esa importante influencia, de hecho catalogaron muchos de sus desnudos de “perverso ingrismo”. Y dentro de esa amplia producción de desnudos destaca éste de Adán y Eva que realizó en 1932.
Por otra parte, este cuadro es un buen ejemplo de cómo un artista puede pasar en un momento dado de ser un artista bien pagado y valorado para transformarse en un creador muy cotizado. Porque este cuadro perteneció a la cantante Barbra Streisand y cuando la diva estadounidense lo subastó en 1994 y lo vendió por dos millones de dólares, entonces los cuadros de Tamara de Lempicka se convirtieron en objeto del deseo por parte de muchos personajes del mundo de la canción y del cine, y por lo tanto alcanzaron y alcanzan precios desorbitados en el actual mercado del arte.