Adoración del nombre de Jesús de El Greco
Este óleo de El Greco se encuentra en el interior del monasterio de San Lorenzo de El Escorial y el artista lo realizó en el año 1579.
Vemos un lienzo que se divide claramente en dos planos. Por un lado estaría la zona superior que la ocupa un coro de ángeles suspendidos sobre las nubes. Ese es el plano celestial. Mientras que abajo queda lo más terrenal. Una zona del cuadro que a su vez también se divide en dos partes, pero ahora en derecha e izquierda. A la izquierda están los que podemos decir hombres buenos, mientras que a la derecha se ve descubre una especie de monstruo que abriendo sus fauces está tragándose a personas, por lo tanto viene a ser una representación del infierno.
Hasta aquí todo está más o menos claro desde un primer vistazo a la obra, pero la magia de El Greco se manifiesta precisamente en la zona en la que se funde los planos superiores e inferiores. Un área del cuadro donde la división no queda tan clara, ya que se van fundiendo los tonos de color y se crea un genial juego de líneas curvas con los que genera arcos, horizontes y perspectivas. Unas formas realmente oníricas. De hecho, la obra en el siglo XIX no se conocía como la Adoración del nombre de Jesús, sino como el Sueño de Felipe II.
Y es que fue el poderoso monarca español quien le encargó esta obra. El propio rey es identificable en el primer plano, vestido de negro y de rodillas. Aunque no es el único personaje reconocible. También se reconocerían el Papa Pío X, el dux veneciano Mocenigo o el almirante Juan de Austria, todos ellos obviamente ubicado en la zona izquierda de los hombres buenos.
¿Por qué unir a todos esos personajes en una escena tan delirante como esta? Pues porque probablemente el encargo real fuese crear una imagen alegórica de lo que supuso la victoria en la Batalla de Lepanto de 1571 sobre los turcos, en la que España luchó con Venecia y donde triunfó el almirante Juan de Austria, quien por cierto había muerto en 1578.
Sin embargo, lo que podía ser una alegoría más o menos clara, en la mente de El Greco se convirtió en un cuadro portentoso y también muy complejo. Tanto que hoy en día su título nada tiene que ver con ello. En realidad, su denominación actual se refiere a que en la parte superior aparece la inscripción IHS (Jesús) sobre un cielo dorado. Esa sería la Gloria, el paraíso. Mientras que en un punto intermedio e indefinido estaría el purgatorio, y respecto al infierno ya hemos hablado.
Es decir, en cuanto a sus mensajes, en obras como esta, o en Pentecostés o en El Bautismo de Cristo, El Greco siempre se nos muestra como un pintor complejo. Una complejidad a la que se suma su particular estilo pictórico con las proporciones tan alargadas de sus figuras y el colorido tan especial de su paleta. O sea, un artista único.