Agonía en el huerto de Bellini
El pintor veneciano Giovanni Bellini (h. 1430 – 1516) pintó esta obra de Agonía en el huerto de los olivos aproximadamente en el año 1465. Y hoy en día el cuadro, hecho sobre tabla y con la técnica del temple, lo atesora la National Gallery de Londres.
Durante muchos años, el paisaje en la pintura, sobre todo en la pintura religiosa, no deja de ser un entorno, en muchas ocasiones irreal, que servía para reforzar el mensaje de la escena religiosa a la que servía de fondo. Es decir tenía su importancia, pero nunca era algo protagonista.
En este sentido, los ejemplos abundan y aquí hemos elegido esta imagen de Bellini centrada en los días previos a que Jesús sea crucificado, cuando se refugia en el Monte de los Olivos a orar.
Como sabemos el desenlace de aquello, sobre todo los fieles del Cristianismo saben que son momentos tristes. Y en esta línea, el pintor lo ubica todo en un espacio que tiene muy poco de huerto, y más bien parece un paisaje inhóspito. Allí está Cristo rezando y le acompañan algunos de sus Apóstoles, en su gran mayoría en actitudes de desolación. Y es que saben que en cuanto amanezcan llegarán los soldados romanos para detener a Jesús.
Pictóricamente hablando siempre que se trata de un cuadro de los Bellini, bien sea de Giovanni, de su hermano Gentile, o de su padre Giovanni, hay que destacar el vivo colorido. Algo que en realidad es propio de toda la escuela pictórica de Venecia. Aquí ese color es capaz de bañar todo con la luz del alba, aportando calor a la escena y un gran brillo a los tonos verdes y azules de los fondos. Mientras que en los primeros planos hay colores más áridos, cremas y tierras, que sirven de fondo para el resalte de los ropajes de los tres Apóstoles que se ven en la escena.
No obstante, la escuela veneciana que también tiene mucho que deber al arte bizantino, lo cual aquí se manifiesta en las formas más estilizadas, sobre todo en las rocas de aristas claras y bordes muy duros.
No obstante, Giovanni es un hombre de su tiempo, y eso se ve mucho más claro que las huellas de lo bizantino. Para empezar hay que hablar de la perspectiva y profundidad del cuadro, algo que se debe a los grandes avances en este campo que dieron muchos pintores del Renacimiento.
También es muy de la época el realismo en algunos elementos del campo, o la naturalidad en las posturas de los protagonistas. Algo que seguramente había aprendido tras entrar en contacto con Andrea Mantegna, el cual había hecho un cuadro del mismo tema con el que está muy claro que hay muchas similitudes.