Alegoría del Amor de Veronese (II parte)
Como ya señalamos anteriormente, el ciclo de la Alegoría del Amor fue realizado por el artista veneciano Paolo Veronese para el monarca Rodolfo II del Sacro Imperio Romano Germano. en total, nos encontramos ante cuatro pinturas que representan lo que, para el artista, representa el Amor, las dos primeras obras del ciclo tienen una connotación negativa y llevan por título la Infidelidad y el Desdén mientras que, las dos últimas resaltan valores positivos, y se conocen como el Respeto y La Unión Feliz.
En la Infidelidad la obra está protagonizada por un triángulo amoroso: de espaldas al espectador se coloca una dama, con el torso descubierto que queda en medio de dos hombres que la sujetan por las manos: uno su marido, el otro su amante. La mujer intenta darle disimuladamente una carta a su amante. En la esquina derecha encontramos las figuras de Eros representando al amor ilegítimo y a Anteros como símbolo del amor legítimo.
Por su parte, la obra titulada como El Desdén, también se ha conocido como Desilusión. En ella aparece un hombre musculoso tendido en el suelo sobre unas ruinas clásicas que representa a el Vicio, sobre él vemos al dios del amor que le golpea con su arco mientras que, en un lateral dos mujeres observan la escena: la de los pechos descubiertos se ha identificado con Afrodita y su compañera que sujeta un armiño con la Castidad.
El Respeto o La contención está representado por una dama, a todas luces Venus, que se encuentra plácidamente dormida y desnuda cuando un hombre interrumpe en su alcoba. Éste se detiene y aunque observa a la dama muestra su intención de respetarla, incluso Cupido le sujeta la espada al caballero con el fin de ni siquiera intente desenvainarla.
La Unión Feliz representa el final esperado de un glorioso camino, cuando las dificultades han sido superadas y el respeto alcanzado, entonces los amantes son dignos de recibirse el uno al otro. La diosa Venus entrega a ambos con una rama de olivo simbolizando la paz que reinará entre ellos y una corona de laurel como símbolo de la virtud. Los protagonistas de la escena son acompañados por un perro y un niño en alusión a la fidelidad y la ingenuidad con la que cuenta su amor.