Becerro de oro de Grandville
Cuando se habla de los ilustradores franceses del siglo XIX por regla general el primer nombre que nos viene a la cabeza es Gustave Doré, un auténtico maestro en la técnica de la ilustración de obras literarias como El Quijote o las Fábulas de La Fontaine. Pero Doré no es el único artista de ese campo. Hubo más y entre ellos también destaca J. J. Grandville (1803 – 1847), cuyo nombre real fue Jean Ignace Isidore Gérard.
Grandville también recibió el encargo de ilustrar los dos libros de los que hemos hablado, así como grandes novelas como Robinson Crusoe o Los viajes de Gulliver. No obstante, si su trabajo como ilustrador es realmente importante y valioso, por lo que se le distinguió en la época fue por sus caricaturas y dibujos de tonos satírico.
Durante su corta vida, que además acabó en soledad en un asilo, realizó varias series de litografías y en muchas de ellas el tono satírico se apuntalada gracias a la presencia de animales con rasgos humanos, lo cual siempre acarrea tono crítico.
Ese es el caso en esta obra del Becerro de Oro publicada en 1844 dentro de su serie litográfica Otro mundo. Es una imagen tremendamente avanzada para su época, ya que está haciendo una crítica feroz a la sociedad capitalista y consumista, ¡y estamos a mediados del siglo XIX!
Nos presenta la adoración que la sociedad tiene por el dinero, plasmado en el becerro de oro de clara referencia religiosa. Es como un dios que hasta porta su cetro con la cruz y un globo terráqueo. Nos presenta una especie de procesión religiosa donde se adora al ídolo y se lleva a hombros. En este caso por tres figuras (la cuarta no se ve). Esas figuras completamente vestidas por un enorme billete, son un banquero europeo, un sacerdote israelita y un pirata caribeño. Todo ello en primer plano, porque al fondo y en pequeño se ve a la multitud que se inclina al paso del ídolo, el Becerro de oro, la riqueza del dinero. Y entre esas personas que le rinden reverencias hay más figuras de la iglesia y hasta un emperador.
Sin duda es una imagen de una modernidad absoluta, en realidad la obra de caricaturista de Grandville todavía es perfectamente entendible en nuestros días. Tal vez por eso ha estado presente o ha inspirado algunas obras contemporáneas. Sin ir más lejos, se ha usado para portadas de libros de Julio Cortázar y hasta aparece en algún disco del grupo de rock Queen.