Caña roja de Georgia O’Keeffe
En la producción de la artista estadounidense Georgia O’Keeffe (1897 – 1986) abundan las representaciones vegetales, especialmente de flores como esta Caña roja que pintó en el año 1924.
En esta obra se ven todas las características habituales en este tipo de obras de O’Keeffe. Unas características que algunos críticos consideran que definen la llamada Escuela Preciosista Americana. En concreto, la pintora representó en diferentes ocasiones unas flores muy grandes, observadas en un primerísimo plano. Tanto que puede parecer que como espectadores nos hemos metido dentro de la flor.
Por otro lado, se trata de imágenes en las que no hay ninguna referencia espacial, y por momentos pueden simular imágenes abstractas y naturales al mismo tiempo. Sin embargo, lo que tradicionalmente más ha llamado de estas flores es su potente carga sexual. De hecho, muchas de ellas se entienden por su fuerte simbolismo y sensualidad, con formas que inmediatamente se pueden relacionar con los órganos sexuales femeninos en la mayoría de los casos. Aunque también otras pueden parecer órganos masculinos.
Evidentemente no solo pintó este tipo de imágenes O’Keeffe, ya que también realizó obras mucho más geométricas como la Ventana y puerta de una granja. E incluso tiene muchos cuadros inspirados en los paisajes de Texas y Nuevo México donde pasó gran parte de su vida. Especialmente en este último territorio, donde pintó cuadros de fuertes luces con territorios enormes, agrestes y desérticos donde no faltan los huesos y cráneos.
Tanto esos paisajes vastos y descarnados, como sus flores cargadas de sexualidad son sus obras más emblemáticas y reconocibles. Sobre todo estas últimas, en la que es capaz de ampliar hasta una escala gigantesca las partes más diminutas y secretas de la flor, zonas que a menudo, o más bien siempre, pasarían desapercibidas. Es lo que se ha llamado estilo preciosista, por la capacidad de detalle que pone al aumentar esas flores hasta límites insospechados.
Unas imágenes desbordantes de formas y también de color, donde parece invitarnos a mirar ir apartando los pétalos mirar el interior de la flor, jugando así con las similitudes entre esa flor y las formas de la boca o de la vagina.
Pero independientemente de eso, es muy interesante apreciar la selección de tonos de óleo que hace, de manera que cada uno de ellos posee mucha fuerza, a la vez que complementa al resto. Son colores vivos, brillantes, enérgicos, y va alternando los rojos y naranjas con blancos perlados, hasta construir un todo único: una imagen cargada de sensualidad.