Carnaval de Solana
El pintor español José Gutiérrez Solana (1886 – 1945) ha sido el gran representante de la España negra y pobre de las primeras décadas del siglo XX. Y lo hizo con cuadros muy tremendistas y cercanos al Expresionismo que triunfaba en Europa como es el caso de Las mujeres de la vida.
También fueron muchos los pintores contemporáneos de todo el continente que recurrieron a pintar personajes con máscaras o escenas carnavalescas para criticar su sociedad, sin embargo en el caso de Solana tenemos que hablar de un pintor con un estilo absolutamente personal y que no se entiende fuera de España.
Él pintó en numerosas ocasiones cuadros con el tema de Carnaval y por regla general lo hace en obras de un formato pequeño o mediano. Y cuando se plantea este tipo de imágenes lo hace pensando en la esencia de las fiesta de carnaval, o sea, en mostrar la actitud de disfrazarse o ponerse una máscara como un forma de que aflore el subconsciente.
Solana, en su obra, se sumerge en la esencia del carnaval, en la liberación del yo oculto y en la crítica social que se despliega a través de la sátira y la parodia. Su visión del carnaval no es festiva ni alegre, sino más bien una crítica mordaz de la realidad social y política de su tiempo.
Entiende la máscara en el sentido de la tradición griega que viene de la Antigüedad, donde se fraguó la idea de que gracias a las máscaras se ocultaban las personas y también se hacían iguales entre sí, al mismo tiempo que de alguna forma se revela la verdad de cada uno, mostrando lo que se oculta habitualmente.
Y es que ponerse una máscara puede provocar que se dé rienda suelta al ser interno más irracional, invirtiendo así el orden dominante de la cotidianeidad. Una filosofía que es aplicable al sentido de la fiesta de los carnavales, incluso hoy en día, pero que en el caso de Solana hay que situarlo en el contexto cultural de su época, un momento en el que una de las tendencias expresivas era la del esperpento que sobre todo se trataba en la literatura hispana con un autor tan importante como el dramaturgo y novelista Ramón María del Valle Inclán, con cuyas obras literarias sin duda alguna que tienen una estrecha relación con muchos de los cuadros de José Gutiérrez Solana.
Basta con mirar este cuadro para ver que los personajes y su pose componen una imagen claramente esperpéntica. Propia de la España negra que ya había retratado a comienzos del siglo XIX el gran Francisco de Goya en sus cuadros más personales. Un ambiente tétrico con mucho gusto por la muerte y en la que siempre se plasma la enorme importancia que la religión y los dictámenes de la Iglesia Católica tenían sobre la sociedad española.
En la obra de Solana, el carnaval se convierte en un escenario de crítica social y política, donde los personajes, a través de sus disfraces y máscaras, revelan la hipocresía y la falsedad de la sociedad. En este sentido, Solana se une a la larga tradición de artistas que han utilizado el carnaval como medio de crítica social y política, desde los carnavales medievales hasta los modernos carnavales de protesta. En su obra, el carnaval no es una fiesta de alegría y desenfreno, sino un teatro de la crueldad donde se despliegan las miserias humanas.