Retrato de Bernard Shaw de Evaristo Valle
Este cuadro fue el último que pintó el artista asturiano Evaristo Valle antes de morir en el año 1951. Una obra que sirve para cerrar su curiosa carrera artística en la que alcanzó cierto éxito, si bien nunca llegó a ser considerado como un gran maestro de la pintura. Y aunque es verdad que con posterioridad los historiadores saben apreciar su arte y el valor de su pintura, lo cierto es que no está en los más altos puestos del arte en España durante la primera mitad del siglo XX ya que hay que tener en cuenta que en esa época hay artistas de la talla internacional de Pablo Picasso, Salvador Dalí o Joan Miró.
No obstante, hay que decir que también Evaristo Valle alcanzó cierto prestigio y tuvo sus propias exposiciones individuales en Madrid, París, Londres o Nueva York, si bien su carácter tan tímido así como su salud, no le facilitó un triunfo mayor, y salvo varias estancias en la capital de Francia, prácticamente estuvo gran parte de su vida en su Gijón natal.
Desde ahí mantuvo intensas relaciones intelectuales y de amistad con algunos de los creadores españoles más destacados, como el pintor Ignacio Zuloaga o el pensador José Ortega y Gasset. Y sobre todo allí creó una vasta obra pictórica, siempre de carácter figurativo y muy colorista, como vemos en este último cuadro.
El cual por cierto está dedicado a un periodista y escritor que admiraba, George Bernard Shaw, y es que no hay que olvidar que aunque Evaristo Valle fue principalmente pintor, también a lo largo de su vida alternó los pinceles con la creación literaria, publicando alguna novela y obras de teatro, si bien ninguna de ellas alcanzaron ni éxito ni reconocimiento.
Es importante destacar que Valle, a pesar de su timidez y salud frágil, nunca dejó de pintar y crear. Su amor por el arte y la pintura era tal que incluso durante sus estancias en París, continuó trabajando y perfeccionando su estilo. Su dedicación y pasión por el arte se reflejan en cada una de sus obras, en las que a menudo se puede apreciar una fuerte influencia de la cultura y el paisaje asturiano.
Su obra, aunque no tan reconocida como la de otros artistas contemporáneos, tiene un valor incalculable en la historia del arte español. Su estilo único, caracterizado por su uso audaz del color y su enfoque figurativo, lo distingue de otros artistas de su tiempo. A pesar de las dificultades que enfrentó, Valle nunca dejó de perseguir su pasión, y su legado sigue vivo en cada una de sus pinturas.
Lo cierto es que estilísticamente desarrolló toda su vida un arte figurativo, muchas veces a contracorriente de las tendencias más abstractas. Pero en los comienzos de su carrera su pintura muy expresiva se podía considerar moderna. En especial sus obras tituladas carnavaladas que le unían a una tradición pictórica muy expresionista representada por el arte de José Gutiérrez Solana y sus imágenes de la llamada “España negra”.
Aunque está claro que los fuertes colores de Valle les diferencian. Y es que el color es clave en el arte de este pintor, que tan apenas usa el dibujo en sus óleos. Un creador con un estilo muy personal, fruto de una formación absolutamente autodidacta. Un artista que en sus comienzos se ganó la vida con la litografía, y luego haciendo caricaturas para periódicos. Así como retratos por encargo, labor que no le motiva nada. Pero paradójicamente su última obra es un retrato, eso sí, hecho a una edad avanzada y sin que mediara encargo alguno, a su completo capricho.