Caspar David Friedrich (I)
Nació en 1774 en Greifswald (Pomerania), en una familia cuyo padre se dedicaba al comercio de jabón y velas, que poseía un gran sentimiento religioso, ya que su casa estaba impregnada de protestantismo, lo cual va a condicionar su pensamiento posterior. Fue el sexto de diez hijos y su niñez estuvo marcada por la muerte de tres de sus hermanas y de la madre, con lo que su padre determinará la niñez del pintor, siendo una persona excesivamente moralista, severa y rígida.
En su ciudad natal (en ese momento perteneciente a Suecia), había pocos estímulos intelectuales, pero los pocos que hay influyeron notablemente en él. Quistorp, profesor de dibujo, fue su primer maestro, y le enseñó los rudimentos del dibujo académico. El poeta Kosegarten, amigo de su maestro Quistorp va a ser una influencia destacada para Friedrich, ya que gracias a él conoce las ideas del Sturm und Drang y del clasicismo, lo mismo que el romanticismo literario de poetas como Novalis, Tieck y Schlegel o Herder. Kosegarten organizaba una especie de “sermones” que despertaban gran expectación, en los que mezclaba la teología racionalista con un panteísmo irracional, uniendo unos rígidos principios teológicos con un sentimiento subjetivo de la Naturaleza. Para él la belleza original se manifiesta, como lo divino, en la propia Naturaleza y la vivencia de la misma es servicio de Dios y conduce a su vivencia. Sin embargo la belleza original estaría presente también en la obra de arte y, así la contemplación devota del arte, podría contribuir también a la noción religiosa. El poeta, filósofo e historiador Thorild también influyó en el sentido místico de la pintura del pintor. Thorild tenía un pensamiento derivado de Leibniz, Spinoza y Shaftesbury, siendo un panteísta convencido que creía que lo divino actuaba en cada individuo y que el descubrimiento de la divinidad se realizaba en el alma de cada hombre.
Así poco a poco el pintor fue configurando su universo pictórico basado en el intento de crear una nueva forma de pintura religiosa con los medios del arte paisajístico, creyendo que la obra de arte es “la representación sin reglas de un mundo interior de imágenes” y que la Naturaleza está impregnada de formas divinas, ya que supone la manifestación de Dios.
Tras el aprendizaje con Quistorp, ingresa en la Escuela Danesa de Bellas Artes de Copenhague, cuando cuenta con veinte años. Allí estudia con maestros como Abildgaard, quien reivindica el reconocimiento de las antiguas sagas y cantos nórdicos, las runas y los monumentos antiguos como túmulos y otros lugares de culto, que posteriormente veremos en algunas de las obras de Friedrich. Aunque, sin duda el maestro que le dejó una más profunda huella fue Jens Juel, con sus preferencias por los efectos de luz sobre los objetos de la vida cotidiana, como granjas y aldeas nórdicas.
A partir de 1798 se traslada a vivir a Dresde, capital de Sajonia, en la que trabajaban importantes pintores como Graff y Grassi que también eran profesores de la Academia en la que estudia el pintor. En los cuadernos de apuntes conservados del pintor se observan numerosos estudios de la naturaleza realizados en estos años, en los que realiza también aguafuertes con paisajes en los que domina el sentimiento de soledad o vacío.