Cena en casa de Leví, Veronese
La obra de Paolo Veronese Cena en casa de Leví o Comida en casa de Simón el Fariseo ha sido una de las obras más polémicas de la historia del arte desde su creación en 1573.
Nacido en Verona en 1528 e artista pronto se trasladará a Venecia donde desarrolló su carrera artística. Se formó junto con alguno de los grandes genios manieristas como Tiziano y Parmigianino y junto a ellos participó en la creación de la nueva estética manierista, donde las formas alargadas y los escorzos se combinan con una espléndida factura colorista; no en vano Veronese será junto con Tiziano y Tintoretto las grandes figuras de la escuela veneciana.
Se formó junto con Antonio Badile, el padre de su futura esposa, y trabajó para algunos de los más importantes comitentes de la zona. Viajó a Roma y Florencia donde pudo conocer las obras de Miguel Ángel que le inspiraron profundamente pero sobretodo la arquitectura más clasicista.
Su interpretación demasiado libre de algunos temas religiosos le llevó a tener algunos problemas con el Santo Oficio pero también a posicionarse definitivamente como uno de los grandes genios de la pintura. Son célebres sus obras de gran formato –como la que aquí nos ocupa- en las que el tema principal queda relegado en pro de una avalancha de personajes secundarios y una imponente ambientación arquitectónica; en este sentido es necesario destacar como dentro de la producción artística de Veronese podríamos encuadrar una temática denominada como “cenas”
Precisamente a estas cenas pertenece La Cena en casa de Leví, un gran lienzo encargado por la orden de los dominicos que regentaba la basílica veneciana de San Pablo y San Juan y que debía sustituir a una pintura de Tiziano que se había perdido en un incendio ocurrido un par de años antes.
La espectacular e innovadora concepción con la que el artista compuso la tradicional Última Cena no fue del todo bien acogida por la comunidad monástica y en consecuencia, el artista hubo de presentarse ante la Inquisición para defender su pintura. El Tribunal obligó al Veronese a modificar su obra pero éste limitó a cambiar el título de la representación por la Cena en casa de Leví; un pasaje del evangelio de San Lucas.
Así, en un marco arquitectónico clasicista que adquiere más importancia que la propia representación religiosa, el artista dispone a Jesús con sus discípulos en la zona central del lienzo, bajo la arcada central. La mesa se extiende a lo largo de las dos arcadas laterales y en torno a ésta se dispone una multitud de figuras que van desde mujeres a niños jugando o animales variopintos. Será precisamente esta libertad de interpretación la que obligará al artista a rendir cuentas a la Inquisición.
El cúmulo de figuras representadas alude a los distintos estratos sociales pero también es un guiño del artista a la libertad creativa ya que en ello representa las más variadas formas, gestos y posturas.
El detallismo de la obra es insuperable y en ella el artista ha hecho gala de un magnífico colorido que proporciona armonía a toda la composición.