Cristo en casa de sus padres de Millais
Esta obra de John Everett Millais (1829 -1896) que se guarda en la Tate Britain de Londres también se conoce como El taller del carpintero. Y obviamente ese carpintero es José, el esposo de María y padre de Jesús. Todos ellos están representados en el cuadro, además de Santa Ana, San Juan Bautista y un tercer hombre del que se ignora su identificación.
Se sabe que Millais se pasó horas en una carpintería auténtica de Oxford para observar ese taller artesanal con detenimiento y luego poder representarlo con toda la veracidad posible. Algo que se puede apreciar en el realismo con el que están pintadas todas las herramientas, el material de madera acumulado al fondo e incluso el modo de trabajar los protagonistas. Si bien incluyó un buen numero de símbolos en la escena, que al fin y al cabo era como pintar la cotidianeidad de la Sagrada Familia.
Con tanta cotidianeidad que en su momento hasta se le acusó de blasfemo por pintar a tales personajes en una actitud tan ordinaria. Hubo quien se ofendió con tal representación. Y es que por entonces Millais era apenas un veinteañero y no era nada conocido. Sin embargo, por su modo de pintar de una forma tan realista en las décadas iba a ser muy admirado. Y sobre todo por esa sabia y elegante combinación entre elementos realistas y simbólicos. Algo que aquí ya está muy presente.
Por ejemplo, por la puerta abierta a la izquierda se ve al fondo un paisaje en el que hay un rebaño de ovejas, una doble alusión tanto al futuro sacrificio de Jesús como Cordero de Dios para salvar al mundo, y también hay que el propio Jesús ha de ser el pastor de los cristianos.
Otro símbolo también es la piel de animal que cubre la cadera del niño que será San Juan Bautista. Se trata de un elemento que anticipa su futura vida de asceta. Así como lleva con mucho cuidado un cuenco de agua, algo que evoca que más adelante será él quien bautice a Jesucristo en la aguas del río Jordán.
Y en cuanto al propio niño Jesús al que abraza la Virgen María en el centro del cuadro también está cargado de simbología. Desde que su madre le honre arrodillándose, hasta que nos muestre sus heridas en la mano, similares a las que sufrirá durante la Crucifixión. Aunque eso no impide que sus dedos estén en un gesto de bendición hacia toda su familia y también hacia los espectadores de esta tela.
Todo eso se intuye al saber quiénes son los personajes, porque si no fácilmente se podría leer como una escena familiar de unos carpinteros, donde un niño se ha herido con clavo en la mesa de trabajo, y su madre ha ido a consolarlo, su padre observa la herida, la abuela va a retirar el clavo para que no haya otro accidente y uno de los hermanos va con un poco de agua para limpiar la herida al pequeño.