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Diana y sus ninfas sorprendidas por los sátiros de Rubens

Publicado por A. Cerra

Diana y sus ninfas sorprendidas por los sátiros de Rubens

Peter Paulus Rubens (1577 – 1640), además de ser un gran pintor, ejerció durante gran parte de su vida, una intensa labor de diplomático, viajando de corte en corte para transmitir mensajes entre reyes y aristócratas de gran parte del continente europeo. Al mismo tiempo que aprovechaba para conseguir numerosos encargaso de trabajo y así realizar cuadros para los personajes más poderosos de su tiempo.

Un ejemplo de ello es este gran lienzo que realizó para el Palacio Real de de España. De hecho, esta fue una de las últimas obras del artista flamenco, ya que realizó esta tela y otras tres más para decorar el mismo salón real. Unos trabajos que materializó entre los años 1639 y 1640, fecha de su muerte. Tanto fue así, que ni siquiera lo dejó acabado por él, así que lo debió acabar su colaborador F. Snyders.

Rubens trabajó en diversas ocasiones este tipo de temática de cacerías, y por supuesto era habitual en su repertorio la presencia de relatos y personajes mitológicos.

Aquí vemos a Diana, diosa romana de la caza, en el lado derecho de la escena, con su séquito de ninfas, todas ellas dispuestas a cazar los animales del bosque como un jabalí, un venado o un zorro. Pero su cacería se ve interrumpida por el ataque de un grupo de salvajes sátiros o faunos. Pero Diana se enfrenta a ellos sin miedo y armada con una jabalina. Le observamos incluso un rostro enfadado y eso parece animar a sus ninfas a enfrentarse también ellas a los sátiros, seres que según la mitología tenían medio cuerpo de hombre y otro medio de macho cabrío.

Hay un buen número de figuras componiendo la escena, dispuesta como su fuera un friso alargado, pero todo a un ritmo de movimiento frenético gracias a la sinuosa composición de ordena los personajes. Algunos han descrito el cuadro como música compuesta por notas de color y dibujo. Más que una pelea, simula ser una danza en plena naturaleza.

El cuadro compuesto para un salón y en su concepción tiene un objetivo decorativo, pero el arte de Rubens es tal que no hace falta que subraye este valor ornamental, y en realidad acabamos admirar un cuadro repleto de movimiento y color.

Sin duda es la obra de un artista maduro y con pleno dominio de todos los recursos pictóricos. Se trata de una obra plena de sabiduría artística, pese a que no la concluyera él mismo. No obstante, cuando el cuadro y el resto del encargo estuvo terminado por su taller, fue enviado desde Amberes a Madrid para que engrosara la lista de pinturas de la realeza española. Por esa razón, hoy en día está obra forma parte de la colección de pintura barroca flamenca del Museo del Prado.