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La zorra y la gata de Snyders

Publicado por A. Cerra

La zorra y la gata de Snyders

Frans Snyders (1579 – 1657) es uno de los mejores ejemplos de cómo el arte durante el periodo del Barroco se nutre de grandes especialistas en ciertos temas o elementos concretos. En el caso de Snyders quien tuvo como especialidad la realización de bodegones, cada vez de mayor tamaño y más complejos. Así como triunfó pintando infinidad de escenas de animales, en las que fue evolucionando hacia cuadros de grandes dimensiones y composiciones cada vez más recargadas, de acuerdo a los gustos de la época.

Este tipo de cuadros tenían por objeto recrear capítulos fábulas, escenas alegóricas y simbólicas, o representaciones de caza. Y fueron muy populares en su tiempo, siendo Snyders uno de los mejores pintores del género, de hecho Rubens llegaba a contar con él para pintar ciertos elementos.

El grado de detalle y de naturalismo en los animales de este pintor era supremo. Y una vez que tenía dominada la representación física y real en sí misma, fue haciendo escenas cada vez más dinámicas, muy del gusto barroco. Además de que por el propio concepto del tema, paulatinamente se fue aumentando el carácter decorativo de estos cuadros. Por ello llegó a adquirir una enorme fama y le encargaban muchas obras para ser regaladas a aristócratas y la realeza de media Europa.

Ejemplo de ello es este cuadro que conserva el Museo del Prado de Madrid, donde en realidad se atesoran más de una veintena de obras de este pintor, lo que nos da una idea de la difusión que lograron sus cuadros, los cuales no eran sencillas estampas. Se trataba de obras de un tamaño considerable como esta que tiene más 180 cm de alto y poco más de un metro de ancho.

Aquí toda la escena se organiza a partir de un árbol, y con él se ordenan los animales. Abajo la zorra que ha agarrado a su presa, una liebre. Mientras una gata, subida al tronco, intenta amedrentarla. También está la camada de gatos a los pies de árbol. Y por las ramas se distinguen animales de lo más variopinto: ardillas, armiños y hasta un mono que curioso contempla la disputa.

El carácter decorativo del cuadro está claro, y la excelencia en su calidad naturalista también. Es decir que es uno de los mejores exponentes de este tipo de pintura, si bien en este caso se trata de un formato muy vertical. Algo que con el paso del tiempo fue cambiando el autor, y tendió a la horizontalidad, ya que eso le permitía ser más narrativo y plantear escenas más movidas y dinámicas.