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Díptico de Wilton

Publicado por Laura Prieto Fernández

La obra fue realizada por un artista anónimo que posiblemente llegó a Inglaterra de la mano de la mujer de Ricardo II, Ana Bohemia. Este artista trabajó en los últimos años del siglo XIV en Inglaterra y ha recibido el nombre de Maestro Inglés a pesar de que probablemente, procediera de la zona Norte de Francia.

La obra fue realizada en temple sobre tabla de roble enmarcada y cada tabla mide alrededor de 45×30 cm. Se trata de un díptico, dos tablas ensambladas a través de bisagras que al plegarse protegen la pintura central. Su conservación es extraordinaria, sobre todo debido a sus reducidas dimensiones.

El díptico constituye uno de los mejores ejemplos de pintura gótica internacional que ha llegado hasta nuestros días. El gótico internacional recibe su denominación precisamente por la amplia extensión de territorios que abarcó durante los últimos años del siglo XIV y primeros del XV. Las obras producidas bajo ésta denominación, tienen unas características comunes pese a estar realizadas en diferentes lugares. Así es lógico pensar que el autor de este díptico bien pudiera proceder de Inglaterra, Flandes o Francia.

Fue encargado por el monarca inglés Ricardo II, más conocido como El Príncipe Negro, éste aparece presentado ante la Virgen y el Niño por tres santos, sus santos patronos: el también rey y santo Eduardo el Confesor, San Edmundo y San Juan Bautista. En la otra tabla un coro de once ángeles rodea a la Virgen y el Niño quien bendice al monarca y el estandarte que porta un banderín, símbolo de las cruzadas.

Especial mención merece el coro de ángel ataviados con túnicas de azule lapislázuli que destacan sobre el fondo dorado de la composición. Cada uno de ellos porta un collar dorado, una corona de flores y un ciervo encadenado, el símbolo de Ricardo II. El grupo destaca no sólo por su belleza sino por su dinamismo e interacción; superado ya el estatismo de los primeros años de gótico, los personajes interactúan unos con otros dialogando e incluso tocándose. La Virgen viste con túnica azul igual que los ángeles y dirige su mirada amorosa hacia su Hijo quien, ya aparece representado como un verdadero Niño y del que destaca su movimiento girando el tronco hacia el rey.

La tabla del comitente presenta menos innovación, el rey está arrodillado y vestido con galantes ropajes. Aparece acompañado de San Juan Bautista que porta un cordero y presenta al monarca ante Dios, Eduardo que sostiene el anillo que le dio a un peregrino y San Edmundo porta la flecha que acabó con su vida. La escena se desarrolla en un fondo dorado que da paso a un paisaje en la parte inferior.

Al cerrarse las tablas aparece el emblema del monarca Eduardo II, un ciervo blanco de gran cornamenta lleva una corona al cuello. Está sujeto por una cadera dorada que se ancla a un campo de colores oscuros que contrasta con el dorado superior. En el reverso el escudo de armas de Eduardo el Confesor atravesado por las armas de Inglaterra que el propio Ricardo comenzó a usar en la última década del siglo XIV.