El baño de Betsabé de Ricci
Esta obra del pintor barroco Sebastiano Ricci (1659 – 1734) representa un pase del Antiguo Testamento, según el cual el mítico rey David contempló a la hermosa Betsabé bañándose, lo cual dio lugar a que se enamorara perdidamente de ella.
Tanto que, aunque la mujer estaba casa con uno de sus soldados, la hizo llevar a su palacio, se acostaron y quedó embarazada. Por eso, el rey después ordenó que trajeran al marido del frente, para que también se acostara con Betsabé y no se descubriera el adulterio. Sin embargo, Urias que era el nombre del marido se negó a caer en el engaño, así que el rey le castigó devolviéndolo al frente y a primera línea, donde acabó cayendo en combate. Así que finalmente David y Betsabé se casaron.
Una historia que tiene muchos paralelismos con la historia personal del propio Ricci, quién también dejó embarazada a una muchacha sin estar casados, por lo que intentó envenenarla e incluso pasó un tiempo en la cárcel por ello. Pero el artista contaba con buenos y poderosos amigos como era el duque de Parma y la familia Saboya, por lo que salió bien parado de aquellos episodios. Y aunque acabó casado con aquella chica, la verdad es que poco después la abandonó por otra.
No obstante, aunque pueda parecer que en ambas historias el culpable es el hombre, o sea, tanto el rey David como Sebastiano Ricci que fueron incapaces de resistirse a sus apetitos sexuales, la verdad es que para la iconografía popular, la figura de Betsabé ha pasado a ser un símbolo de la mujer adúltera, hermosa y capaz de conseguir que cualquier hombre caiga rendido a los encantos femeninos.
Todo esto, en lo referente a la temática, pero en cuanto a la técnica pictórica de este óleo pintado sobre óleo hacia el año 1725, la verdad es que pese a ser una obra que se puede catalogar del Barroco Tardío, todavía se puede ver la importante huella que dejaron en el arte italiano los cuadros de Caravaggio y los artistas más tenebristas, y es que Ricci durante sus primeros años como pintor recurrió en numerosas ocasiones a los efectos del caloroscuro.
Sin embargo, eso lo compagina con el nuevo ideal del color que durante el siglo XVIII va a marcar la evolución del arte más barroco al estilo rococó. Y es que no hay que olvidar que Ricci tuvo la oportunidad de viajar a París, donde coincidió con los máximos representantes del rococó, Fragonard y Watteau.
Si bien, este artista pasaría sus últimos días y moriría en Venecia, donde por cierto el arte Rococó iba a alcanzar su esplendor en Italia con las pinturas de Giambattista Tiépolo en muchas iglesias de Venecia.