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El doctor Mayer-Hermann de Otto Dix

Publicado por A. Cerra

El doctor Mayer Hermann de Otto Dix

Otto Dix (1861 – 1969) comenzó a despuntar como artista dentro de la corriente del Expresionismo alemán, pero hubo un acontecimiento que varió no solo su estética, sino también su visión del mundo y fue algo que perduró a lo largo de toda su vida. Ese acontecimiento fue la Primera Guerra Mundial la cual le haría hacer cuadros tan determinantes en su trayectoria como su famoso Tríptico de la Guerra.

No obstante, como decimos vivir aquel conflicto armado fue más allá de su arte y llegó a sus convicciones. De hecho afirmaba que para conocer la verdadera esencia humana era necesario ver el absoluto descontrol que la guerra provoca en el hombre.

Eso no impidió que en su momento se convirtiera en el retratista favorito de gran parte de la bohemia y la burguesía alemana. A la cual siempre pintaba bajo una mirada muy personal y si lo consideraba oportuno no dudaba en criticar o burlarse. Del mismo modo que era un pintor sumamente agresivo a la ahora de retratar prostitutas, artistas y todo el ambiente nocturno, lo mismo hacía con otros personajes de renombre. Tal es el caso del este Doctor Mayer-Hermann, un reputado otorrinolaringólogo al que retrató en 1926.

Y lo hizo con todas las características de la denominada corriente de Nueva Objetividad a la que se le adscribe. Es decir un estilo que incide en retratar la vida de su época con realismo despojándolo de cualquier atisbo de sentimentalidad. Y eso muchas veces conduce a la sátira o cuando menos al tono jocoso. Algo que ocurre en este cuadro y con este personaje, cuya obesidad debía ser más que evidente.

Todo en la tela parte de ese concepto de obesidad y para ello recurre a que todo sea curvo, redondo. No solo la tripa del doctor y su rostro. Ese planteamiento se ve reforzado por la lente luminosa para observar la garganta que lleva sobre la cabeza. Y lo mismo puede decirse de la gran lámpara de rayos X que hay tras el doctor. De hecho, todo en el retrato tiende a la forma redonda y esférica, desde las mejilas o las ojeras, e incluso la posición de los brazos multiplica el efecto de redondez. Y además el reloj de la pared es de esfera o el enchufe eléctrico también es de forma redonda.

Se ha especulado con que era una crítica a los doctores que recomendaban cuidados y dietas, que luego ellos no se aplicaban. Y es que Dix tuvo una relación algo singular con el sector de los médicos. De hecho pintó también a doctor Hans Koch, con cuya esposa se acabó fugando.

A modo de anécdota decir que Mayer-Hermann nunca fue el propietario de este retrato. Pero en cambio, tanto el cuadro como el doctor acabaron en Nueva York. La obra en el MoMA y el laringólogo establecido allí huyendo de los nazis. Y se dice que de vez en cuando salía de su consulta en Manhattan para acudir al museo y verse en el retrato que le había hecho su compatriota.