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«El Guernica» de Picasso (II)

Publicado por Chus

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El cuadro está compuesta como una obra clásica, con simetría (el eje medio de la pared blanca, los pilares verticales del toro a la izquierda y la figura con los brazos levantados a la derecha), perspectiva (del fondo, el biselado de la ventana), gradación de valores (la alternancia de los planos blancos, negros y grises) y ritmo creciente de acentos (desde el del caído que aprieta en su puño la espada rota, hasta el relincho hiriente del caballo herido de muerte).

La complejidad técnica de «El Guernica» se evidencia en el uso magistral de las líneas angulares y las formas fragmentadas que capturan un sentido de caos y angustia. La textura del lienzo, resaltada por pinceladas vigorosas, añade un dinamismo que contrasta con la aparente paleta monocromática de blancos, negros y grises que intensifica el dramatismo de la escena.

Claro que al orden clásico se superpone una descomposición formal de tipo cubista, un lenguaje netamente moderno que el propio pintor había creado veinte años antes a partir de las “Señoritas d´Avignó”, en donde por primera vez un cuadro no representaba un espacio en el que ocurría algo, sino que era un espacio en el que algo estaba ocurriendo. Con Guernica, el pintor hace explosionar el lenguaje cubista en cuanto a lenguaje que describe de manera analítica la realidad, ya que el análisis cognoscitivo se convierte en fragmentación violenta y destructiva, pues la violencia y la muerte mecanizan los rostros y los miembros de las figuras. Pero, en cierto sentido, la obra supone una recapitulación de otros de sus estilos anteriores, y aunque predomine la influencia cubista, destaca además la desfiguración de la figuras, cercana a la violencia subversiva de los surrealistas.

Dentro de «El Guernica», resuenan ecos de la obra de Goya, especialmente «Los fusilamientos del 3 de mayo», en la representación del sufrimiento humano y la violencia. Picasso canaliza la desesperación a través de la semblanza de horror y la crudeza, capturando una similar intensidad emocional mediante figuras distorsionadas que evocan una respuesta visceral.

Los auténticos protagonistas son la violencia y el horror, mostrados a través de unos medios muy depurados, con pocos elementos, pocos colores y sobre todo con una fuerte carga expresiva que hace que la obra sea clasificada en muchas ocasiones como perteneciente al “expresionismo cubista”. Predomina la figura de la mujer, que simboliza a la humanidad inocente e indefensa que se transforma en víctima. Es sorprendente la trasposición del tema de la “Piedad” que Picasso realiza en la figura de la madre que grita sosteniendo a su hijo muerto en brazos. En la obra aparecen imágenes cargadas de simbolismo, como el toro o el caballo (por otro lado protagonistas de algo tan español y admirado por el artista, como es la “Fiesta Nacional”, las corridas de toros), o las diversas figuras, que nos remiten al mundo de los símbolos, quizás en ese afán de convertir al hecho concreto en un mito de validez universal.

El toro y el caballo en «El Guernica» son más que meros animales; simbolizan fuerzas primarias de poder y sufrimiento respectivamente, dentro de la rica tradición cultural española. Estos emblemas universales destacan las dicotomías de dominio y victimización, reforzando la denuncia de Picasso contra la brutalidad inherente de la guerra.

En su lúcida visión, Picasso comprende que la matanza de Guernica no es un episodio más de la guerra civil española, sino el principio de una guerra apocalíptica. No describe ni representa el hecho como hiciera Delacroix por ejemplo en “La matanza de Quíos”, ni recurre tampoco a la oratoria, sino que realiza una alegoría de la guerra y todo lo que ella conlleva, sin representar el hecho singular del bombardeo, sino llevando ese acto singular a la categoría de mito. El bombardeo de Guernica el 26 de abril de 1937 marcó un hito en la Guerra Civil Española, por ser uno de los primeros bombardeos aéreos masivos sobre una población civil. Esta brutalidad resonó internacionalmente, reflejando el inicio de una nueva era de guerra total donde las líneas entre combatientes y civiles comenzaron a desdibujarse, impactando fuertemente al público y al propio Picasso. Es un grito universal contra la irracionalidad y las crueldades de la guerra, un cuadro pacifista. Nunca, desde la obra e Goya “Los fusilamientos de la Moncloa” se había expresado con tanta rabia y sentimiento los horrores de la guerra, y por ello constituye una de las obras de mayor impacto emocional del siglo XX. La gran obra, después de pasar por el Museo Guggenheim de Nueva York, está hoy en España en el Museo Reina Sofía de Madrid.

En el Museo Reina Sofía, «El Guernica» se exhibe en una sala dedicada exclusivamente a su contemplación, rodeado de bocetos y materiales preparatorios del propio Picasso. Esta disposición permite al espectador una inmersión completa en el proceso creativo del artista, al tiempo que ofrece una reflexión profunda sobre la atemporalidad y el impacto de la obra en el contexto moderno.