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El milagro de San Marcos, Tintoretto

Publicado por Laura Prieto Fernández

En la época renacentista surgieron en Italia grandes obras de arte, pintores que en diferentes estilos llegaron a crear algunas de las obras de arte más destacadas de todos los tiempos y aunque bien es cierto que la variedad de producciones artísticas de esta etapa es inmensa a grandes rasgos los estudiosos del arte han diferenciado dos escuelas pictóricas con diferentes características entre sí: por un lado podemos encontrar la escuela romana que da mayor relevancia al dibujo y por lo tanto a la composición de las líneas y por otro, la escuela veneciana más sensible al cromatismo y los efectos lumínicos en las obras.

Sin embargo, esta distinción no deja de ser demasiado general y como veremos los autores de una y otra escuela se vieron afianzados por ambas tendencias, así por ejemplo en la obra que aquí analizamos conocida como El milagro de San Marcos o San Marcos liberando al esclavo de Tintoretto aparece tanto un gran dominio de la composición como del color.

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Jacopo Comin (1518 – 1594) y más conocido con el nombre de Tintoretto fue probablemente uno de los mayores representantes del renacimiento veneciano y según algunos expertos el último gran genio del Renacimiento. Hijo de un tintorero veneciano los primeros años de su formación tuvieron lugar en el taller de Tiziano, sin embargo la relación entre ambos nunca fue demasiado fluida y en su lugar el maestro pronto renegó de su joven aprendiz quizás consciente de las habilidades técnicas del mismo. Desde entonces Tintoretto se formó por cuenta propia estudiando a los clásicos. A lo largo de la década de los treinta comenzó a pintar sus primeras piezas importantes pero la verdadera fama le llegaría en los últimos años de la década de los cuarenta cuando el artista comenzó a pintar una serie de lienzos sobre el patrón de Venecia, San Marcos, que le reportaría grandes éxitos. En esta ocasión nos encontramos con un lienzo pintado en torno al año 1548 de formato horizontal y grandes dimensiones que tiene casi cinco metros y medio de anchura y algo más de cuatro metros de altura.

En él el veneciano ha representado una escena extraída de la Leyenda Dorada de Jacopo de la Vorágine en la que el patrón de la ciudad desciende desde los cielos para salvar a un esclavo que había sido condenada a morir en una espantosa tortura por venerar sus restos mortales y sus reliquias. La muerte se debía llevar a cabo en un aparato de tortura que lo dejaría ciego y le rompería los huesos pero el santo desciende de los cielos para impedirlo.

Así en el centro de la composición encontramos tanto a la figura del esclavo que tumbado en el suelo espera su martirio como a San Marcos que en un potente escorzo desciende sobre el creyente. Alrededor de ambos encontramos múltiples personajes que en distintas posturas y expresiones que el artista ha trabajado a través del dibujo de una manera prodigiosa a la vez que el llamativo colorido recuerda su origen veneciano.