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El sueño, Rousseau

Publicado por Laura Prieto Fernández

El ambiente urbanita y cosmopolita del Paris de principios del XIX nos dejó obras de carácter realista en las que los pintores encontraban en la urbe y en la sociedad del momento su principal fuente de inspiración, un ambiente que fue representativo de los pintores impresionistas como Monet o Renoir pero que paulatinamente se fue desgastando de modo que los artistas fueron buscando nuevas fuentes de inspiración. Quizás la obra de Rousseau sea una de los mayores exponentes de la nueva dinámica artística en la que el ambiente urbanita dio paso a una sensibilidad más etérea y exótica.

Henri Julien Félix Rousseau conocido con el sobrenombre del Aduanero Rousseau (1844- 1910) nació en una pequeña ciudad del valle del Loira. Hijo único en una familia, la situación económica de su familia le obligó a compaginar sus estudios de derecho con el trabajo y paulatinamente el artista se fue interesando cada vez más por el mundo artístico. Al contrario que la mayoría de los artistas Rousseau nunca contó con una formación académica y no fue hasta que cumplió los cuarenta, cuando el artista se dedicó completamente a la pintura. Quizás fue el fruto de esa falta de formación académica lo que le permitió desarrollar un estilo aniñado que le convertiría en uno de los máximos exponentes del estilo naif.

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De esta manera en la obra del artista francés se combina de una manera muy particular las intenciones realistas con un ambiente onírico en el que destaca el gusto por lo exótico. La obra que aquí analizamos y que lleva por título La Jungla, se trata de un óleo sobre lienzo de formato apaisado que mide casi tres metros de anchura y algo más de dos metros de alto.

Son muchas las obras de Rousseau que parecen estar ambientadas en la selva tropical -quizás la más representativa y conocida de todas ellas sea la de El tigre sorprendido por una tormenta tropical- pero lo cierto es que el artista nunca llegó a viajar a ningún lugar exótico que le sirviese de inspiración pese a que algunas teorías apuntan a que pudiera visitar la selva durante los años que trabajó como militar. Más bien los historiadores del arte esgrimen que el ambiente exótico de las obras del artista está basado en la observación de las plantas en el Museo de Historia Natural de la capital parisina o en los animales disecados.

En La jungla encontramos a una mujer completamente desnuda en la zona derecha del lienzo que aparece recostada sobre un diván como si de una auténtica Venus se tratase. La mujer es Jadwiga, la amante del pintor, que observa el frondoso paisaje selvático con exóticas flores y animales entre los que destacan leones, elefantes y una colorista serpiente rosa que repta en dirección al espectador. Camuflado entre la maleza de la escena observamos a un indígena de color que con su flauta engatusa a la serpiente.

El propio artista redactó un escrito en el que explicaba la simbología del lienzo, un sueño de la joven Jadwiga, ante la incertidumbre de los espectadores de la época.