Sorpresa de Henri Rousseau
Henri Rousseau (1844 – 1910), pese a apodarse El Aduanero y no salir de Francia, pintó numerosos cuadros de ambiente selvático. Y de todos ellos el primero fue este titulado Sorpresa datado en 1891. Una obra que en la actualidad se conserva en la Galería Nacional de Londres.
Y, ¿en qué se inspiraba para pintar toda esa exuberante vegetación? Pues por un lado se sabe que le gustaba descubrir los relatos que hacían los soldados franceses tras su vuelta de tierras mexicanas, a las cuales habían acudido en apoyo militar del fallido emperador Maximiliano. Si bien no fueron esos recuerdos los únicos datos que inspiraron a Rousseau. También se sabe que era un habitual visitante del Jardín de Plantas de París, donde había una buena muestra de vegetación tropical. Al igual que es posible que visitara en ocasiones el zoo parisino donde pudo ver tigres vivos. Aunque no es descartable que se basara más en las pinturas orientalistas y exóticas protagonizadas por este tipo de animales que había pintado Delacroix quien realizó diversos lienzos representando a los grandes felinos de otras tierras como en La caza del león.
La verdad es que en el ambiente postimpresionista en el que desarrolló su trabajo El Aduanero cualquier propuesta artística podía ser posible. El movimiento precedente del Impresionismo había abierto la veda para todo tipo de caminos. Los cuales a sí mismo fueron la base de las futuras vanguardias en las primeras décadas siglo XX. Sin embargo, la vía elegida por Henri Rousseau fue excepcional, única, por este tipo de pintura de corte naïf y absolutamente desinhibida no tuvo continuación.
Esa singularidad, tanto temática como sobre todo formal, tal vez explique el título del cuadro, que seguro que cuando se expuso en 1891 en el Salón de los Independientes causaría una auténtica sorpresa entre los espectadores e incluso entre otros artistas del momento. Fue tanta la sorpresa, que la verdad es que Rousseau no volvió a pintar un cuadro así, de ambiente tropical, hasta una década más tarde cuando realizó su obra cumbre: El sueño.
La verdad es que estamos ante un pintor absolutamente inclasificable. Un personaje que no realizó ningún cuadro hasta cumplir los cuarenta años de edad, ni había demostrado interés en ello, y que no tenía formación alguna en arte. Él siempre había sido un miembro de la administración de aduanas. Pero un buen día comenzó a pintar y le salieron cuadros como este. Los cuales fueron asombrosos en la época. Para unos eran verdadera basura, y para otras joyas en las que destacaban su primitivismo y su colorido. Todavía hoy se mantiene el debate y sigue existiendo esta dicotomía a la hora de juzgar su producción, pero el hecho es que se trata de un pintor postimpresionista presente en museos de primerísima fila a nivel mundial.