Enrique IV jugando con sus hijos ante el embajador de Revoil
El pintor Pierre Revoil (1776 – 1842) es un buen ejemplo de cómo a veces los artistas tienen que irse adaptando al signo de los tiempos y a las vicisitudes políticas y económicas de cada momento.
Estamos ante un personaje que no venía de una familia de artistas, y que gracias a su habilidad con los pinceles llegó un momento que formó parte incluso del grupo que seguía al gran pintor del Neoclasicismo Jacques Louis David.
Eran los comienzos del siglo XIX, y el artista también comenzó a pintar cuadros vinculados a los actos de Napoleón Bonaparte y las ideas republicanas. Esa fue su época de máximo esplendor. Sin embargo, cuando el emperador cayó de su trono iba a llegar la fase de la Restauración, y se vio obligado a adaptarse a los nuevos tiempos.
A esa época pertenece este cuadro titulado Enrique IV jugando con sus hijos ante el embajador. Una obra de 1825 en la que Pierre Revoil nos presenta al rey Enrique IV, uno de los más queridos en Francia en un actitud muy familiar. Vemos como está jugando con sus vástagos, entre ellos el futuro Luis XIII, mientras requiere su atención el embajador de España.
Un acto que se convirtió en una especie de leyenda, ya que se cuenta que el rey le preguntó al embajador si él también tenía niños. A lo que respondió que sí, por lo que le dijo que comprendería que cuando terminara de jugar le atendería.
Es decir, se trata de una escena muy en la línea de ensalzar a la monarquía haciéndola más humana y más cercana al pueblo. O sea, con un planteamiento muy propio de la Restauración.
Por cierto, la obra hoy en día se encuentra en el Castillo de Pau, al sur del país galo y donde nació aquel rey. Y podemos ver que la ambientación de la tela es muy parecida a como estaba y está decorado ese castillo palaciego. No obstante, esa similitud entre los tapices, mobiliario y elementos decorativos del castillo de Pau se ven mucho más en otro cuadro que está prácticamente al de Revoil. Y es una tela de Georges Claude, quien en 1905 pintó la misma escena del rey jugando con su hijo, en una actitud casi idéntica. Si bien sorprende la fecha de este segundo cuadro, cuando las vanguardias artísticas estaban en plena efervescencia en Francia, donde habían surgido los movimientos postimpresionistas, y faltaba poco para que eclosionara el Cubismo o el Fauvismo.