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Eugene Manet en la isla de Wight de Berthe Morisot

Publicado por A. Cerra

Eugene Manet en la isla de Wight de Berthe Morisot

El arte impresionista supuso una auténtica revolución para la pintura y su ruptura con varios siglos de tradición fue el detonante para todo lo que llegaría en las décadas posteriores con los diversos estilos de las vanguardias artísticas. Lo cierto es que los estudiosos de la historia del arte siempre han relacionado el Impresionismo con pintores como Monet, Renoir o Pissarro. Pero junto a ellos siempre se mostró el trabajo de una mujer que en su momento llegó a ser muy apreciada en la época e incluso vendió muchas más obras que sus compañeros masculinos. Ella fue Berthe Morisot (1841 – 1895).

Hay que considerarla por méritos propios como una de las fundadoras de la pintura impresionista gracias a obras como esta que aquí mostramos u otras como Mujer sentada en un sofá. Sus cuadros fueron realmente arriesgadas por su pincelada agitada y nerviosa, e incluso la complejidad de sus composiciones como en Eugene Manet en la isla de Wight, realizada en 1875 y que hoy se conserva en el Museo Marmottan-Monet de París.

Aquí nos presenta al protagonista a un lado del lienzo y mirando desde un interior hacia el exterior. Desde la habitación mira por la ventana hacia el puerto marítimo de la isla, pero esa visión es bastante complicada ya que la pintura se detiene en la presencia de las cortinas, las macetas, la reja de la ventaja, los cristales o el alféizar de la ventana. Todo ello dificulta la visión del retratado, pero sobre todo del espectador. Son como filtros que en definitiva no nos deja ver bien lo que ve el personaje.

Por cierto, el retratado es Eugene Manet, que además de marido de Morisot, también era el hermano del pintor Edouard Manet.

Berthe Morisot pintó numerosas obras teniendo como modelos a su círculo familiar y de amigos. Retratando de este modo su vida con una gran naturalidad. El matrimonio había viajado ese mismo año a la isla británica de Wight, tras haberse casado en diciembre del año anterior. Allí estuvieron durante varios meses, y Morisot los aprovechó para generar un estilo propio de lo más personal, basado en unas pinceladas rápidas y cortadas. Pero no solo eso, también hizo auténticos experimentos inéditos con la forma de pintar, usando no solo las cerdas de los pinceles, sino también los mangos para rayar la pintura o la punta que le servía para trazarlíneas distintas sobre el óleo.

En definitiva afianzó su trabajo para convertirse en la gran dama del Impresionismo, una labor que reconocieron gran parte de sus contemporáneos, pero que sin embargo cayó en el olvido con el paso del tiempo. Por fortuna, los nuevos estudios no dejan de poner en valor wl trabajo artístico tan personal como interesante de esta mujer.