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Evangelario de Otón III

Publicado por A. Cerra

Otón III en su trono

Estamos ante una obra carismática del arte otoniano. Es el Evangelario de Otón III que se haría entre los años 998 y 1001 en el scriptorium de la abadía de Reichenau, de ahí que genéricamente los manuscritos iluminados con miniaturas salidos de allí se atribuyan a un desconocido Maestro de Reichenau.

Este códice sin duda es una de las grandes joyas que salieron de allí, ya que se trata de una obra muy completa donde están ilustrados los Cuatro Evangelios. Además de que en cuanto sus textos también se incluyan unos cuantos comentarios así como pasajes que se invitaba a leer durante los actos litúrgicos.

El conjunto, conservado actualmente en la Bayrische Staatsbibliothek de Munich, tiene más de una treintena de miniaturas pintadas a toda página. Y si las imágenes que representan los hechos evangélicos son enormemente valiosos, lo mismos se puede decir de la doble página dedicada al rey que promovió la obra: Otón III.

Alegoría de las cuatro provincias del Imperio

Una miniatura en la que aparece entronizado y recibiendo el homenaje de sus súbditos de los distintos territorios donde gobierna. De hecho vemos al emperador en su trono, con su corona y su cetro, y por uno de los laterales se acercan cuatro mujeres que representan las cuatro provincias de su imperio. Las cuales están identificadas por leyendas sobre su cabezas: Esclavinia, Germania, Galia y Roma. Y cada una se acerca al monarca con presentes y ofrendas.

En realidad esas cuatro provincias no existían como tal en aquellos años a caballo del siglo X y XI, pero eran una definición genérica para plasmar sus amplios dominios.

Y además de esas figuras alegóricas, el monarca está rodeado de sus colaboradores más fieles. Es decir, a la derecha se ve una representación de los nobles, que venían a ser los generales de sus ejércitos. Mientras que a su izquierda están representados los obispos, o sea, las autoridades eclesiásticas, que tenían un importante poder político. Nobles y obispos eran los pilares de su poder, pero queda claro que estaban supeditados a la voluntad y órdenes del emperador.

Escena de los evangelios