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Frescos de Matteo Giovannetti en Aviñón

Publicado por A. Cerra

Capilla de San Juan de Matteo Giovannetti

La ciudad francesa de Aviñón, durante la Edad Media, más concretamente a lo largo del siglo XIV, se convirtió por un tiempo en la capital de la Cristiandad, algo que acabó con el convulso Cisma de Occidente, en el que la Iglesia se dividió en dos con un Papa en esta urbe del sur de Francia y otro en Roma.

Durante el tiempo que los Sumos Pontífices se establecieron en Aviñón construyeron su impresionante Palacio de los Papas. Y por supuesto, hasta allí atrajeron a muchos artistas para que decoraran sus estancias. Así es como surgió la Escuela de Aviñón o como llegaron muchos maestros italianos hasta la Provenza, algunos tan relevantes como Simone Martini, gran exponente del gótico internacional.

Esta escuela de arte, activa principalmente desde mediados del siglo XIV, fue una confluencia de influencias artísticas del norte de Europa e Italia. Esto dio origen a una revolución artística que fusionó el estilo gótico con las innovaciones del Trecento italiano, dejando una huella duradera en la producción artística subsiguiente. La Escuela de Aviñón es un testimonio de cómo Avignon se convirtió en un núcleo cultural, atrayendo a artistas de renombre que enriquecieron el lenguaje visual de la época.

Otro artista italiano que llegó a Aviñón fue Matteo Giovannetti (h. 1300 – h. 1369) el cual alcanzó el título de de pintor del Papa en Francia y murió casi seguro en Roma trabajando en el Vaticano. De hecho desarrolló toda su carrera en exclusiva para el más alto cargo de la Iglesia.

Y sus obras cumbre posiblemente sean los frescos que hizo en el interior del Castillo de Aviñón. Allí decoró tanto la Capilla de San Juan como la de San Marcial, y además realizó el ciclo pictórico de la Gran Audiencia. Giovannetti destacó por su uso magistral de la técnica del fresco, que permitió crear obras de proporciones delicadas y efímeras. Su aplicación de la perspectiva, utilizando puntos de fuga y juego de sombras, añadió un dinamismo y realismo inusuales en el arte medieval. Estas técnicas no solo mejoraron la representación espacial, sino que también captaron la atención de los espectadores de manera inmersiva.

Un pintor muy destacado del Trecento, con gran capacidad para los retratos, así como para asimilar los nuevos efectos de perspectiva e incluso por momento crea trampantojos en sus obras.

Capilla de San Marcial de Matteo Giovannetti

Buen ejemplo de ello son las pinturas de la Capilla de San Marcial, realizadas entre 1344 y 1345 a petición de Clemente VI. Es un conjunto donde hay interesantes perspectivas para leer el relato de la bóveda a lo largo de una peculiar espiral en dirección descendente, algo que consigue con la colación de leyendas. Todo para contar la vida de ese santo que evangelizó al región francesa del Limousin, por cierto, la tierra natal del Papa. En el ciclo de frescos de la Capilla de San Marcial, Giovannetti representó episodios significativos de la vida del santo, incorporando figuras angelicales que interactúan con elementos arquitectónicos pintados. Estas composiciones elaboradas narran vívidamente la evangelización del Limousin, aportando una riqueza narrativa que refleja tanto el contexto histórico como religioso.

Al lado está la Capilla de San Juan, y sus pinturas hablan de los dos grandes “juanes”: el Evangelista y el Bautista. Son pinturas de los años siguientes (1346 – 1348), sin embargo es un conjunto menos innovador, si bien es demostrativo de la capacidad para el naturalismo y el retrato de este artista.

Y el último fresco de Giovannetti en este palacio (1353) es un pequeño fresco en la Gran Audiencia donde vuelve a ser de lo más natural a la hora de retratar a una veintena de profetas, reyes y patriarcas del Antiguo Testamento. La colaboración de Giovannetti con otros artistas de renombre del sur de Francia y Roma le permitió compartir y expandir su estilo. Su interacción con figuras del calibre de Simone Martini subraya el intercambio cultural que definió el arte de la época. Estas relaciones fomentaron un entorno de innovación artística que trascendió fronteras geográficas y estilísticas.