Frescos en las Catacumbas de San Calixto
Las catacumbas subterráneas es la más antigua manifestación del arte paleocristiano en el Imperio Romano. Esas estancias en el subsuelo que durante mucho tiempo fueron el refugio para los primeros cristianos, también con el tiempo se transformaron en su lugar de enterramiento. De ello nos han llegado diversos ejemplos en distintas ciudades, e incluso en Roma se han conservada varias catacumbas. Pero de todas ellas, las más antiguas son las Catacumbas de San Calixto, ubicadas en las inmediaciones de la Via Appia y datadas a comienzos del siglo III.
Se sabe que todo este cementerio ya era propiedad de la Iglesia, y el Papa Ceferino (199 – 217) le encargó la administración al principal de sus diáconos, Calixto, de ahí su nombre.
En aquellos comienzos del Cristianismo, se puede considerar que este fue el lugar de enterramiento principal de sus fieles en la ciudad de Roma. De hecho, los más famosos mártires y los primeros obispos de la iglesia fueron sepultados en este lugar. Esos enterramientos fueron el origen de la compleja red de galerías que componen las catacumbas.
El caso es que se pensaba que era más fácil alcanzar el paraíso y la gloria si se estaba enterrado cerca de aquellas personalidades que habían muerto por la religión o habían ostentado responsabilidades en la incipiente organización de la Iglesia. Por eso empezaron a abrirse cubículos y sepulturas, tanto junto como detrás de esos santos, y poco a poco aquello se fue expandiendo de una manera exponencial. Algo que se prolongó prácticamente hasta el siglo IV, tejiendo un verdadero campo sepulcral subterráneo.
No obstante dentro de todo ese entramado de tumbas, hay zonas más llamativas que otras. Ese el caso de la llamada Cripta de los Papas o de la Cripta de Santa Cecilia.
Respecto a la primera hay que decir, que en origen los enterrados aquí eran obispos, pero luego hubo Papas que quisieron ser inhumados aquí, por lo que fue modificando un poco su aspecto y se incorporaron algunos elementos más nobles, como lápidas de mármol.
Y en cuanto a la cripta de Santa Cecilia, una mártir muy venerada en la época, se conservan en sus paredes distintos restos de pintura mural al fresco, y aunque están bastante dañados, se ha podido comprobar que fue un lugar de culto y enterramiento a lo largo de mucho tiempo, ya que son pinturas que los estudiosos datan entre el siglo V y el IX.
No obstante, hay otra parte de las Catacumbas de San Calixto que guardan mucho mejor su decoración de pinturas. Es en el área llamada los Cubículos de los Sacramentos. Son seis pequeñas cámaras funerarias, las cuales se alinean en una única galería. Ahí están las pinturas paleocristianas más antiguas de la Roma cristiana. Son pinturas de extraordinaria sencillez, y toman escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, como la que aquí os mostramos, donde se recrea la figura de Moisés y el Milagro del manantial.