Gerhard Richter
Gerhard Richter nació en Dresde en 1932 su extensa y peculiar obra –al igual que su personalidad artística- son difíciles de encasillar en una tendencia concreta, no obstante su calidad técnica y artística han consagrado a este artista alemán como una de las principales figuras creativas del siglo XX.
La vida de Richter en sus primeros años no se fácil, su padre fue prisionero de guerra, su tío murió en combate… el joven Richter vivió demasiado cerca la agonía de la Segunda Guerra Mundial hecho que le llevó a abrazar y consagrarse a los aspectos más naturales de la vida. Con tan sólo diez años comenzó a trabajar como pintor de escenarios y en 1956 consiguió graduarse en la Escuela de Arte de Dresde.
La obra de Richter comenzó a desarrollarse en torno a la pintura mural sin embargo a penas se conserva nada de estas primeras obras. La situación política de la Alemania Este obligó al artista a desplazarse hacia el Oeste poco antes de la construcción del muro de Berlín. En esta nueva etapa se introdujo, junto con otros artistas como Polke y Lueg, en una nueva corriente estilística el Realismo social que se definía a sí mismo como un movimiento anti-arte y cuyos objetivos están entroncados con las motivaciones comunistas y socialistas.
Por aquellos años Richter se casó con su primera esposa, Ema, y tuvo a su primera hija Betty. Éste no será su único matrimonio ya que llegó a casarse en dos ocasiones más.
En su exposición de 1963 el artista presentó por primera vez sus pinturas basadas en fotografía. Esta relación se presenta como innegable en obras como Betty o Tío Rudi, los personajes, familiares del artista, se presentan como entes despojados de alma y a la vez con vida propia. En su estética plasma la precariedad del artista a la hora de representar la esencia del sujeto.
Su afán por buscar nuevos estilismos y progresar en su obra le llevó a basarse no sólo en familiares y paisajes sino que también optó por imágenes mediáticas de revistas publicitarias o periódicos.
Durante los años setenta y ochenta la obra de Richter se volcó hacia las tendencias artísticas de Europa y América, comenzó a entender su obra como un medio para propagar la verdadera esencia de los objetos utilizando para ello la imagen, sin embargo y paradójicamente su obra se vuelve cada vez más subjetiva y personal, entroncando con corrientes como el minimalismo y el neoexpresionismo.
Así en su producción se distinguen distintas etapas estilísticas: la primera de ellas entroncada con la fotografía a través de su fotopintura, una segunda más teórica en la que trabajó con el color como elemento esencial de su producción y una última etapa artística en la que tiende a la abstracción. Con todo, la catalogación de su obra es un imposible para el artista, el mismo se niega a definirse a sí mismo en un estilo artístico encontrando en ellos demasiada violencia.
A día de hoy Gerhard Richter se ha convertido en uno de los artistas contemporáneo más afamados y reconocidos y su obra se encuentra entre los mejores circuitos de arte contemporáneo.